Si alguien toca el monumento a Colón, él tiene que avisar. Y mientras no detecte "movimientos extraños", Adrián intercambia largas horas sentado en su camioneta con algunas vueltas alrededor del Parque Colón. El objetivo: que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no logre sacar el monumento a Cristóbal Colón detrás de la Casa Rosada. O, por lo menos, no sin que el Gobierno de la Ciudad ofrezca resistencia.
Es que luego del discutido operativo de remoción del 29 de junio, cuando el Gobierno nacional se amparó en las "malas condiciones" de la estatua para desmontarla e iniciar una restauración, el Gobierno porteño estacionó una de sus camionetas en la entrada principal al Parque Colón, sobre la Avenida Rábida Sur, y dispuso una vigilancia las 24 horas del día, los siete días de la semana.
"Ellos no quieren restaurarla, lo que quieren es sacarla del parque", analizó un alto funcionario de la Secretaría de Espacio Público. "Primero trataron de hacerlo a la fuerza, la Justicia les dijo que no y después empezaron con las 'tareas de restauración'", relató.
Aunque se conoció que el monumento al descubridor de América sería reemplazado por uno de Juana Azurduy, el funcionario tiene otra hipótesis. "Van a sacar el monumento a Cristóbal Colón para hacerle un monumento a Cristóbal López", bromeó.
La semana pasada el Gobierno de la Ciudad permitió que la grúa utilizada para remover la estatua saliera del parque. El secretario de Obras Públicas de la Nación, Abel Fatala, había dicho que para continuar con las tareas de remoción se necesitaban grúas de menor porte.
Según informaron desde la Ciudad a Perfil.com, para manipular la estatua es necesario contar con la autorización de la Dirección de Monumentos y Obras de Arte (MOA), perteneciente al GCBA. Y ellos no van a permitir que ingresen.
Para eso, instruyeron a cuatro inspectores de la Dirección General de Inspección de Uso del Espacio Público (DGIUEP) para que den aviso de inmediato si una grúa se presenta en la zona. "Yo creo que vamos a estar acá hasta octubre", le dijo uno de los custodios a este portal. "Es todo una pelea política, capaz se destraba después de las elecciones", enfatizó.
Los días de los inspectores, que dentro de poco cumplirán dos meses en el Parque Colón, pasan entre largas horas de vigilancia sentados en una Ford Ranger ploteada con la gráfica de Buenos Aires Verde. "Para no entumecerse", cuidan que no pasen más de dos horas sin recorrer las otras entradas del parque y "articular un poco las piernas".
"Tampoco podemos ir tan lejos", contó Adrián. Desde que fue estacionada ahí, bloqueando el funcionamiento de una de las tres puertas, nadie arrancó la camioneta. "Por eso ya no tiene batería, no la podemos usar", concluyó.
(*) De la redacción de Perfil.com | En Twitter: @patocaruso