Un día como hoy, hace 35 años, los jefes de la Armada y el Ejército, el almirante Emilio Massera y el general Jorge Videla, se reunieron con el titular de la Fuerza Aérea, el brigadier Héctor Fautario, para convencerlo de que se sumara al golpe militar, al que acababan de ponerle fecha. Sería el 24 de marzo de 1976, cinco meses después.
Como relato en mi último libro Operación Primicia, el ataque de Montoneros que provocó el golpe de 1976, aquél era un día peronista: el sol brillaba en un cielo sin nubes, aquel viernes 17 de octubre de 1975, cuando el lujoso yate Itatí navegaba por los canales del Delta con los tres comandantes a bordo, que saboreaban una entrada de palta con langostinos servida por un suboficial de guantes blancos.
A treinta kilómetros de allí, la Plaza de Mayo se iba llenando de peronistas dispuestos a escuchar el primer discurso de la presidenta Isabel Perón, luego de una licencia por enfermedad que había durado treinta y tres días.
En el Delta, el brigadier Fautario miraba con desconfianza al general Videla y al almirante Massera. Los conocía bien, desde hacía muchos años, y había tenido una fuerte discusión con ellos cuatro días atrás, en la sede del Ejército, cuando él había rechazado la primera sugerencia a encarar un golpe militar contra el desfalleciente gobierno peronista. Aquella mañana, Massera lo había llamado por teléfono.
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(*) Editor jefe del diario PERFIL.