En la Ciudad de Buenos Aires existen unos 37 barrios informales, entre villas, asentamientos y complejos habitacionales. Según el Censo Nacional de 2010 la población registrada en estas condiciones era de 163.587 personas, sin embargo para la Secretaría de Hábitat e Inclusión porteña, la cifra sube un 45 por ciento.
“Creo que el problema de las villas en Buenos Aires es algo solucionable. Hay que ponerle límites a su crecimiento. No se puede permitir su crecimiento en altura. Además, es necesario un cambio en el modelo de gestión pública, comunitaria y en la asociación de empresas privadas que intervengan. Aquí se han hecho soluciones asistencialistas a problemas estructurales. Y ese tipo de soluciones hay que aplicarlas en casos de extrema necesidad”. Jorge Melguizo habla con conocimiento de causa. Este colombiano, consultor en gestión pública, trabajó en la transformación de las villas de Medellín en barrios formales.
De paso por Buenos Aires, invitado por la Universidad Torcuato Di Tella, recorrió con PERFIL una de las villas más peligrosas de la ciudad: la 1.11.14 de Bajo Flores.
“En Medellín hay más pobreza que en Buenos Aires, en cantidad y calidad, pero no hay miseria física como acá. Allá los barrios pobres tienen servicios públicos, 100% de calles asfaltadas y transporte público, el teleférico. Invertimos en escuelas, centros culturales, parques y bibliotecas. Así transformamos una villa en barrio. Hay gobiernos que han intentado soluciones más militarizadas y otros, como nosotros, respuestas más desde lo social, lo educativo y cultural”, explica.
Puntos críticos. Caminando y analizando la realidad de las villas porteñas Melguizo se manifiesta muy crítico con respecto al rol de los punteros en estos barrios humildes: “Significan una privatización de lo público. Muchos de ellos trabajan para su beneficio privado y no para el comunitario. En Medellín ese tipo de extorsión la solucionamos dejando de trabajar con ellos. No se puede comprar un corte de calle, una toma. Hay que actuar con las herramientas del Estado. Hay que premiar a la sociedad que trabaja de otra manera, que no extorsiona. No se puede ceder”, comenta terminante.
Por eso también se opone a las tomas de predios, como ocurrió en Lugano. Considera que las tomas “son formas de extorsión a las que hay que responder con límites. En las villas debe haber una fuerte presencia gubernamental con programas de inclusión. A medida que avance la transformación, habrá menos propensión a las tomas”.
Medellín fue una de las ciudades más violentas del mundo en los 90. Con un promedio de veinte muertes violentas por día, el narcotráfico y la violencia social eran moneda corriente en los barrios pobres. Entre ellos se encontraba el Morro de Moravia. Un asentamiento que tiene más de 25 años y que se levantó sobre el antiguo basural de esa ciudad. Hoy esa realidad cambió.
“Hasta ahora en la Ciudad se propusieron soluciones coyunturales y de asistencia frente a problemas estructurales, de fondo. Hay que construir ciudadanía a partir de un cambio en la gestión pública. Por ejemplo, no sirve levantar un complejo habitacional si no se mejora el entorno. Con el tiempo se convierte en un gueto que termina verticalizando la villa”, concluye.
Allanamiento en Lugano
Luego de una serie de denuncias por secuestros extorsivos, violaciones y otros delitos, Gendarmería Nacional allanó ayer a la mañana el predio usurpado en Villa Lugano.
El operativo fue ordenado por el juez en lo Penal y Contravencional de la Ciudad Norberto Tavosnanska en el predio ubicado en avenida Fernández de la Cruz y Pola. Allí se secuestraron armas de fuego, entre las que había un revolver calibre 22 y una Itaka; y armas blancas. También fueron detenidas dos personas.
Al respecto, el fiscal general de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, informó que “todo esto surge de la investigación realizada por la toma ilegal del terreno” y afirmó que la Justicia “va lentamente, pero bien direccionada para resolver la usurpación”.