Los curanderos o médicos tribales de algunas poblaciones de Kenia recomiendan una serie de tratamientos caseros —y según opiniones de médicos occidentales "completamente erróneos"— para combatir el virus del HIV.
Mientras la enfermedad avanza y diezma desde hace años a la población africana, sumida en la más cruel de las pobrezas y aislada de cualquier avance científico, los ancestrales curanderos intentan darle una solución a los miembros de su comunidad con métodos que espantaron a los integrantes de la ong Médicos sin Frontera.
En una denuncia pública, la integrante de la organización Elena Alonso se mostró preocupada por el avance de la enfermedad en el continente y también por los métodos "poco ortodoxos" de los médicos tribales, " que recomiendan desde la utilización de ajo y las relaciones con vírgenes hasta pócimas de penes de niños para tratar el mal".
Alonso, que además de Kenia conoce la situación sanitaria que viven hoy en países como Zimbabue, Malawi o Zambia, remarcó que en África, además de la pobreza, “es necesario superar muchas creencias erróneas para enfrentar la epidemia”, según publicó el diario El País de Madrid.
Alonso relató que los curanderos utilizan pene de niños en medicinas caseras para combatir el HIV y también impulsan las ralaciones con menores de edad. Lo que para la cultura occidental podría ser un escándalo, para estas poblaciones africanas podría ser lo único que los salva de una muerte inhumana y segura: los niños no están infectados y representan la única esperanza de vida sana para enfrentar a la epidemia.
“En Malawi se cree por ejemplo, que hacer el amor con niñas vírgenes cura el sida –aseguró la especialista–. Las autoridades sanitarias han colocado carteles gigantes por las calles en los que se puede leer ‘Tener relaciones con niñas no te va a curar’. Los abusos, sin embargo, continúan”.
El diario español ABC, en ese sentido, también señaló que las autoridades africanas suelen colaborar con las organizaciones no gubernamentales que luchan contra el sida, salvo excepciones, como el caso de Sudáfrica donde el gobierno se niega a utilizar los antirretrovirales como tratamiento contra el VIH en favor del uso de productos naturales como el ajo, el limón o la patata.
“Acudir al curandero o médico de medicina natural de la comunidad es la primera ayuda que piden los enfermos, después está el hospital”, agregó Alonso.
Otro de los problemas que afrontan estas poblaciones es la lejanía de los hospitales y la cercanía de un curandero, a quien, por otro lado, le tienen más confianza que a un médico de otra cultura, raza y parte remota del mundo.
Una vez descubierta su enfermedad, además, son muchos los enfermos que mueren aislados en sus casas “sin cuidados médicos, sin hospitalización, sucios y desnutridos” porque han sido abandonados por sus familias para evitar contagios.
Aunque describió el horror de las prácticas tribales, en las crónicas sobre las vivencia de Alonso no hubo un pedido de ayuda humanitaria por parte de las sociedades más avanzadas para asistir y curar a los miles de infectados en África.