El interior también existe dice un viejo dicho popular. El extractivismo ambiental existe en el interior debería rezar un nuevo dicho. De hecho este tipo de acciones, como lo son: el negocio de la soja, la megaminería, las pasteras y los combustibles no convencionales afectan a una parte importante del territorio nacional. Se trata de emprendimientos de grandes empresas que se instalan en diferentes puntos estratégicos para lograr obtener un rédito millonario, y que ocasionan daños graves en la salud de los habitantes y un deterioro irreparable en el ambiente.
El periodista y autor de Tierra Arrasada, Darío Aranda, cuenta cómo fue la realización del trabajo que le llevó dos años de recorrido por diferentes puntos del país.
-¿Cuál es el objetivo del libro?
D.A.- Lo que intenta el libro es desde la crónica y la entrevista dar a conocer el mapa del extractivismo a nivel nacional y principalmente mostrar el mapa de las luchas y las resistencias, y para ello conté con testimonios de asambleas socioambientales, de los campesinos, de los habitantes de pueblos indígenas. Todos aquellos que hoy están al frente de estas luchas.Trato de hacer hincapié en el tema de las represiones que ejercen las corporaciones frente a estas resistencias y algo importante, el rol de la prensa. Hay sectores que silencian por el compromiso que puedan tener con las empresas y otras que lo hacen por el compromiso con el gobierno.
-¿Qué caso de los que pudo conocer le impactó más?
-D.A.- El caso de Malvinas Argentinas, porque lo visité cuando la presidenta y la empresa Monsanto (que buscaba producir maíz modificado genéticamente), recién habían anunciado la fundación de una planta ahí, por eso fui a una de las primeras asambleas y, enfrentar nada menos que a una empresa así, es algo que parecía imposible.De hecho hay colegas e investigadores del extranjero que vienen a conocer como es el caso de la pequeña comunidad en Córdoba que frenó a Monsanto.
Otro caso notorio que se menciona en el libro es el de las poblaciones campesinas en Misiones y su resistencia frente al avance de los monocultivos de árboles que, muchas veces no tiene tanta prensa, porque estamos más acostumbrados al tema de la soja; pero en Misiones y en Corrientes funciona de la misma manera. El monocultivo de árboles para la industria forestal es exactamente igual que para el de la soja.
-¿En el libro se cuentan historias puntuales de personas afectadas?
-D.A.- Sí, de hecho acompañé el caso de una madre del barrio Ituzaingó Anexo en Córdoba, que fue el primero que llegó a un juicio penal y que los acusados estuvieron en el banquillo y fueron condenados aunque no con prisiones efectivas. Se trata de un productor y un fumigador de la zona. También relato el episodio de un bebé que en la primera semana de vida tuvo su primera visita al hospital, con intoxicación después del paso de un tractor fumigador que roció todas las casas de esas cuadras con agrotóxicos. En algunos casos se ponen de acuerdo y se presentan medidas de amparo, hay uno específico que terminó bien por eso, dado que la comunidad presentó a tiempo un recurso de amparo y se prohibieron las fumigaciones en una zona de Santa Fe.
-¿Tuvo inconvenientes a la hora de entrevistar o conseguir testimonios?
-D.A.- Nunca. En general las organizaciones necesitan contar lo que está sucediendo. Por ejemplo, en Formosa está el caso de la comunidad 'La Primavera', y allí hay un conflicto terrotorial, ese pueblo está ubicado en las tierras más fértiles del lugar, de lo poco que queda sin explotar por eso el avance del monocultivo de soja, ven en esas tierras un lugar preciado. La violación de derechos humanos que hay allí conmueve, suelo definir a Formosa como el lugar donde "la democracia aún no llegó", se vota pero no hay democracia.
Aparte de las historias y testimonios recopilados por el autor, el libro contiene un trabajo de archivo que demuestra el impacto del extractivismo en el medio ambiente como premisa principal, pero también la resistencia que se produce ante ello y, la violación de los derechos de las personas que frente a estas corporaciones son objeto vulnerable y frente al Estado parece que fueran objeto invisible.
Florencia de Sousa (*) De la redacción de Perfil.com Twitter: @FlordeSousa1