Miles de variedades diferentes de semillas de cannabis, fertilizantes y plaguicidas son sólo algunos de los productos ofrecidos en la “ Feria de la marihuana” en Barcelona, surgida a partir del cada vez más extendido cultivo para consumo propio.
Unas 18.000 personas se acercaron el fin de semana pasado a l’Hopitalet de Llobregar, para visitar la tercera feria Highlife, una muestra que reabre el debate político y legal que rodea al consumo del cannabis.
Sin embargo, el impulsor de la idea, Sergio Martínez, señala que todo lo que se vende en la feria está dentro del marco de la legalidad. " No vendemos ni promovemos nada que no sea legal", dijo Martínez al diario El País, de España.
“En la feria no se venden plantas de marihuana. La venta de la planta está prohibida porque contiene sustancias canábicas. Las semillas, en cambio, están libres de estos componentes y por lo tanto no son consideradas sustancias ilegales", señaló el promotor de la feria.
En la muestra se pueden encontrar las últimas variedades de semillas llegadas de Holanda, país que concentra los principales distribuidores mundiales de este producto, y consejos para fabricar invernaderos caseros y hasta reguladores de temperatura.
Las codiciadas semillas, en paquetes de 10, se pueden conseguir desde los 18 hasta los 140 euros, con nombres como Destroyer o Thai Fantasy.
Y a la hora de los gustos, parece que los españoles prefieren que la marihuana sea suave, según cuenta Lucien van Gasteren, al frente del stand de High Quality Seeds: "Aquí solemos vender semillas con poca concentración de THC [la principal sustancia psicoactiva del cannabis], en cambio, países como Holanda o Suiza la prefieren más fuerte”.
El cultivo propio de cannabis, según Sergio Martínez, gana adeptos entre los que quieren estar lejos del tráfico de drogas. "Hay muchos consumidores que ven en la marihuana un placer importante por el que no quieren tener que pagar el peaje de relacionarse con narcotraficantes ni meterse en el ambiente del tráfico de drogas. Quieren fumar y punto".