Pedro Luca tiene 79 años y hace 40 que decidió irse a vivir en una cueva en lo alto de una montaña, ubicada en la provincia de Tucumán. Vive sin luz ni agua corriente y su único contacto con la tecnología es una radio portátil.
El anciano se alimenta a base de animales que caza con una espopeta y de otros productos que compra en las pequeñas tiendas de San Pedro de Colalao, una población turística situada a unos kilómetros de su "hogar", y a donde llega luego de caminar tres horas. Su pensión mensual de 1.500 pesos le alcanza para mantenerse. Para abastecer su sed acude a un arroyo situado a 50 metros de la caverna. Según él mismo relató, sólo ha tenido problemas de vesícula.
"Nunca me he preguntado por qué elegí vivir aquí. Había otra cueva más allá, pero no me gustaba tanto como esta. A veces pienso que me hubiera gustado conocer el mundo, ir a otros países, cruzar a lugares como Europa, pero hay mucho mar en el medio y hay que tener tiempo para cruzar el mar", contó el hombre que vive junto a 11 gatos y a dos cabras.
"Personas de todo el mundo suben a visitarlo y hasta los niños de la escuela organizan excursiones para verlo. Le llevan comida y comprueban que el mito existe", contó Juan Carlos, sobrino de Luca a la agencia internacional AP. La historia ha dado la vuelta al mundo y hasta se convirtió en un atractivo turístico.