Cansados del lujo cotidiano, los millonarios rusos buscan placeres más "exóticos": hacer un show desde un escenario, ir tras las huellas de Alejandro Magno en Afganistán o disfrazarse de linyeras en Italia son algunas de las actividades que eligen.
A Alexander Sokorin, presidente de la sociedad "Planeta Bowling", le gusta festejar sus cumpleaños a 200 kilómetros por hora en su motocicleta. Pero para su próximo aniversario, quiere seguir los pasos de Genghis Khan en el desierto de Gobi, a caballo.
"Ya lo he hecho todo, salto en paracaídas, heliski (ski descendiendo de un helicóptero). Es difícil encontrar algo que me excite, pero seguir las huellas de Genghis Khan me pareció divertido", dijo.
" El lujo no es el brillo de los diamantes, sino los momentos inolvidables que vivimos", agregó.
Olvidar el estrés saltando atado a un elástico o yéndose como marino en un barco es demasiado banal, y pagar medio millón de dólares para traer en avión a 150 invitados a una fiesta en un lugar remoto ya no lo emociona, dijo por su parte Mijail Gorchijin, director de la Russian Event Company.
Ahora, para encontrar sensaciones más fuertes, los ricos prefieren disfrazarse de pobres o jugar a la guerra.
Empresarios, diputados, altos funcionarios y sus mujeres gastan hasta 10 mil dólares por persona para pasar una noche en Moscú como meseros, choferes de taxi, vagabundos o prostitutas, afirmó Serguei Kniasev, presidente del Club Lúdico.
Estos juegos, organizados con una discreción absoluta, pero con una gran cantidad de recursos para garantizar la seguridad de sus clientes y crear una apariencia verosímil, " tienen mucha demanda", explicó Kniasev.
Decenas de clientes adinerados de su Club Lúdico han paseado "disfrazados de vagabundos en París, de músicos callejeros en Venecia o han subido como controladores a un autobús de pasajeros en Ginebra", contó Kniasev, aclarando que estas personas quieren, por encima de todo, mantener oculta su identidad.
Fuente: AFP