A pesar de que su vida está llena de momentos extraordinarios, dignos del guión de una película, este episodio que le toca afrontar es una realidad que deben asumir muchas de las familias multiparentales de hoy. Psicólogos y sociólogos han escrito sobre el difícil vínculo de los hijos de padres separados y sus nuevas parejas. Y en este punto, Diego Maradona se acerca a la realidad de los mortales.
Dividido entre los amores de sus dos familias, él hace malabares para que no se quiebre la tensa calma existente entre su actual mujer, Verónica Ojeda y sus hijas, Dalma y Giannina. Quienes conocen de cerca la intimidad del Diez aseguran que en Buenos Aires todo resulta más fácil que en Pretoria, ya que en tierras sudafricanas el contacto entre ellas es más directo, y muchas veces, inevitable. Los días libres, después de cada partido Maradona estableció una rutina que funciona casi a la perfección. Apenas pasado el mediodía, aparece en la casa donde está Verónica, el condominio L’mae Gazelle, donde permanece hasta las 17.45. En ese momento, religiosamente, Diego parte hacia el country Clear Water Estate, donde están alojadas Dalma, Giannina y su ex, Claudia Villafañe. Allí, se dedica full time a sus hijas y a su nieto, Benjamín, de 16 meses, que es su locura.
Los allegados a Verónica Ojeda explican que ella tiene muy claro cuál es su lugar, algo que manifestó explicítamente con la bandera que dice: “Diego, tu familia de Ezeiza siempre con vos”. “Ella es muy inteligente, sabe que no puede competir con Claudia, que pasó toda una vida con Diego y además es la madre de sus hijas. Por eso, parte de su estrategia es evitar cualquier tipo de confrontación con ellas y mantenerse en un segundo plano”, explica la mujer de un jugador del plantel, que pide reserva. El mayor problema surge cuando se produce la visita diaria de los familiares a la concentración. Claudia Villafañe no se pierde jamás esas dos horas dedicadas a compartir con los jugadores. “Eso a Verónica la incomoda, porque, por un lado, siente que como la actual mujer de Diego tiene y quiere estar ahí, pero cuando va la ex, los roces son complicados”, explica un allegado a los Ojeda. ¿Cómo soluciona Diego este inconveniente? La mayoría de las veces, su actual mujer se queda en su casa, pero cuando decide ir al HPC, Claudia y sus hijas se instalan en las mesas del gran comedor junto al resto de las familias de los jugadores, y Verónica –que va acompañada de su cuñada Heidi– queda recluida en otro salón, donde están la mesa de pool, los plasmas y las PlayStation. “Uno lo ve desde afuera y se nota que es difícil para Diego. Cuando están las dos en la visita, las ‘nenas’ no dejan que Benjamín se acerque adonde está Verónica, entonces él se tiene que dividir un rato con unos y con otros”, explica otro familiar.
Y aunque nadie quiera plantearlo de esta manera, esta división familiar se traslada al resto de las mujeres de los jugadores. Hay algunas que tomaron partido y están con Verónica o con Claudia; otras, hacen lo posible para mantenerse al margen y lograr un diálogo amable con ambas.
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