Crece la moda de refugiarse en la intemperie. Ni por vocación ni por vacación: por exclusión. Son pioneros. Los primeros en adaptarse al futuro local. Es más barato. Menos formal. Más sano. Gente expulsada del circuito que echa su destino al hombro y parte con lo mínimo. A país inmóvil, moda caracol. Un nuevo look social de vida. La moda nómada. Huir del desprecio estatal, del hastío político y estrenar ciudadanía silvestre. Lo tienen claro: la civilización está imposible. Y le huyen. A plazas, baldíos, riberas, descampados. Temen que el progreso los vuelva a cazar. Prefieren vivir a cero, masticar soliloquios o darse al silbo debajo del palo borracho. Lo saben: ser animal resulta más digno que no tener persona. La geografía cura lo que la historia enferma. Y almorzar en la hierba y convivir en los parques es más atractivo que vegetar en Villa Escarabajo o sufrir en reuniones de consorcio.
Hay millones echados a la cuneta por los estragos de los noventa (y otras décadas). Y tras los varios naufragios, este mapa: 4 millones parapetados en countries, 20 millones encapsulados en viviendas sitiadas por ladrones, impuestos y secuestradores, 10 millones vivaqueando como pueden y otros 10 que tienen como domicilio la intemperie.
Es una pena que no se amparen y aprovechen a fondo de una ley madre: la 17.711 del Código Civil. Su artículo 2340 detalla el inmenso territorio baldío que le corresponde a cada cual en millonésina 44 ava parte por el solo hecho de nacer Aquí. El 2340 es un tesoro escondido en la Constitución aunque ígnaros y masocas que somos, no reparamos en él. Enumera tierras, aguas y espacios que son de cada argentino en prorrateo demográfico virtual. Por él, nos pertenecen plazas, bosques, sierras, islas, puentes, caminos, el Nahuel Huapí y otros lagos, el Aconcagua y demás, las orillas del Atlántico o del Paraná y otros ríos, y un extenso etcétera fiscal del paraíso que aún no decidimos inaugurar. Fracasamos en historia. Aún puede salvarnos la geografía.
También se propaga la moda del arte rupestre. Así como el Hombrón de antaño pintaba bisontes para atraparlos en la selva, los Hombrecitos de hoy plasman en murales aquello que les falta. Mucho. Justicia. Vivienda. Escuela. Rota la cadena de frío, la historia se disuelve y reaparece invicta la pulsión primitiva. Por eso es hoy más "actual" un Cromagnón que un posmo. Y por lo mismo,"boludo" el fonema comodín. La palabra más franca del idioma.
Los jovenes 2010 no saben (pero sienten) que "boludo" simboliza el ser nacional en ejercicio. Es el poli sinónimo.El que sincera lo real pues todo lo que integra lo real "argentino" es, en forma y en fondo, "boludo". El boludismo heredado de abuelos y padres (aquí solo solo se salvan los bisabuelos) los alcanzó de lleno y sobreviven como pueden. Muchos lo ignoran y se entregan. Odian el diccionario y se van del idioma. Perforan su lengua hasta llegar a colgarle aros. Matan sílabas como moscas. Escriben con tachuelas. Prefieren txt a texto. No es el drama de Babel. Es la Babel en joda. El idioma en solfa. Ni inglés ni mandarín ni indi. Es el globish. Esperanto de 1.500 sonidos descartables. Oratoria Tarzán 2010. ·"Te quiero" es cric crac. "Tengo hambre", crac. Al cautivado Sapiens lo encandilan con tevé. Lo vacían de palabras, le embuchan figuritas y lo asustan hasta dejarlo mudo. Acosado, el Homo 2010 sueña con el próximo domingo para retornar a la naturaleza y disolverse en ella. Intuye que el domingo es el día en que puede ser eterno. No se equivoca. Por algo es el día en que los santones brasileños ven mermada su money feligresía. El día en que más humanos suben a los árboles. Y más humanos acarician a los animales. (Sobre todo a los de su misma especie).
(*) especial para Perfil.com.