SOCIEDAD

La historia de la mula en las elecciones cordobesas

Recorrió los cerros transportando una urna. Fotos.

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| SIJ - Poder Judicial Crdoba

Los deberes y derechos del ciudadano argentino generan situaciones sorprendentes. Son conocidos los adultos mayores que votan sin tener la obligación de hacerlo. Y ahora asombra a Córdoba y a todo el país la historia de Miguel Aliaga, fiscal electoral, que viajó durante horas entre las montañas de la provincia para que 14 electores puedan ejercer su voto.

Se trasladó cuatro horas a caballo hasta la escuela Florentino Ameghino, ubicada al pie del Cerro Champaquí, llevando la urna y las boletas en una mula de carga. Recién a las 15 horas del lunes 8 de agosto, regresó al Palacio de Justicia el último de los "Fiscales Públicos Electorales" (FiPE) que fueron desplegados en toda la provincia para cumplir funciones en las elecciones del domingo pasado.

El recorrido del fiscal paso a paso. Para cumplir con su tarea, Miguel Aliaga, empleado de la Secretaría Penal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ), tuvo que presentarse el sábado 6 de agosto a las 7.30 en Alta Gracia, donde un vehículo de Correo Argentino iba a pasarlo a buscar para trasladarlo a Villa General Belgrano.

Allí recibió la urna y la papelería necesaria para llevar adelante el acto comicial. También se sumó a la travesía el policía Ricardo Javier Fernández, encargado de custodiar los documentos electorales. Ambos fueron trasladados por otro vehículo del Correo a Villa Alpina, donde los esperaba Nelio Escalante, propietario del refugio al pie del cerro Champaquí donde pasarían la noche previa a la elección. Al mediodía, en tres caballos provistos por Escalante, partieron rumbo a la escuela rural el fiscal electoral, el policía y el guía Alejandro Pino. El equipaje de los viajeros y las urnas que contenían las boletas únicas, el padrón y el resto de la documentación, era trasladado por una mula de carga.

Cuatro horas tardaron en recorrer el montañoso sendero que conduce al cerro. Después de desensillar y desempacar, caminaron los ochocientos de metros que separan al refugio de la escuela para coordinar con su director, Alejandro Rosenbaum, los detalles de la elección. Luego regresaron al albergue de montaña para pasar la noche.

El día de la elección, Aliaga junto con el policía, trasladaron la urna a la escuela a primera hora de la mañana. Los esperaba el director, quién cumplió el rol de presidente de mesa. El primer votante llegó, desde un puesto cercano, a la escuela a las ocho en punto.

Terminada la elección, luego de completar el escrutinio de mesa, el fiscal electoral Miguel Aliaga, custodiado por el agente Fernández, regresó al albergue para preparar su viaje de regreso a caballo a la mañana siguiente. En su mula de carga llevaba la urna que contenía la voluntad electoral de 14 cordobeses.