A las 21:41 Kirchner llegó al centro de la Plaza de Mayo gracias a un pelotón de militantes del gremio de los Camioneros que le abrieron paso entre la multitud. Una vez allí dijo: “Perón soy yo”.
La euforia de Kirchner sólo duró 22 minutos, lo suficiente para atrapar todos los flashes fotográficos y pasar frente a los camarógrafos que estaban transmitiendo en vivo lo que el PJ denominó como una “manifestación popular en defensa de la democracia y en apoyo del Gobierno”.
La maniobra que se tejió durante toda la tarde en la Quinta de Olivos no consiguió borrar las imágenes y sonido del día: De Angeli había sido liberado después de tronar las ruidosas cacerolas que se escucharon en diferentes barrios porteños y luego de que miles de personas se volcaran, en el interior del país, a las rutas para pedir su liberación.
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