A sus 57 años, Carlos Pavón puede considerarse un hombre afortunado. Veterinario y padre de familia, es, además, uno de los dueños del cerro Uritorco, en Córdoba, uno de los lugares que en el mundo se considera meca espiritual, además de una maravilla natural de la provincia.
Carlos vive en La Cumbre y es dueño del lado este del cerro, que ayer debió permanecer cerrado como consecuencia de una convocatoria a un “suicidio masivo” que había circulado en la semana y obligó a las autoridades a intervenir. El otro lado, el de Capilla del Monte, pertenece a Sonia Anchorena, una mujer de 82 años que lo compró junto a su hermana Mercedes a principios de los 90.
Las de Carlos –cuya propiedad comparte con uno de sus hermanos– son casi 600 hectáreas que heredó de su padre, que a su vez las heredó del suyo, Sandalio Pavón, que fue quien las compró. Allí fue donde habitaron los comechingones, que con sus oraciones y meditaciones dejaron parte del misticismo en el lugar que consideraban sagrado.
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