"El domingo 26 de noviembre, la encontraron completamente desnuda, tendida boca arriba sobre la cama de su hija, con las piernas abiertas (...) el cinto de la bata aprisionaba su cuello (...) Una mirada conmovedora. La última mirada de Nora Dalmasso, que alcanzó a registrar el rostro de su asesino antes de apagarse para siempre". Esta descripción la realiza el periodista Hernán Vaca Narvaja en su último libro "Las cuatro muertes de Nora Dalmasso. La trama oculta del crimen del country" (Ediciones del Boulevard).
Vaca Narvaja, quien dio amplia cobertura al tema en la revista cordobesa El Sur, detalla cómo la investigación del crimen dio lugar a numerosas versiones sobre cómo y por qué fue asesinada Dalmasso, y en cada versión variaban los imputados y realizadores del hecho. Pero todas las versiones quedaron en la nada.
" Rafael Magnasco tuvo relaciones sexuales consentidas con su víctima y luego la asfixió; Gastón Zárate abusó de Nora Dalmasso y luego la ahorcó; y Facundo Macarrón introdujo sus dedos en la vagina de su madre para luego ahorcarla con sus propias manos y con el cinto de la bata de toalla que estaba a los pies de la cama" dice el libro para enumerar las distintas versiones. También fue implicado Carlos Curiotti.
El relato. "Ninguno de los guardias notó nada extraño la noche del 24 ni la madrugada del 25 de noviembre de 2006" se afirma en el libro y a partir de allí comienza una detallada narración cronológica. "La primera persona que vio el cuerpo sin vida de Nora Dalmasso, además del asesino fue su vecino Pavlo Radaelli (...) El morbo, la envidia y el prejuicio social se mezclaron conformando un cóctel explosivo que pronto convertiría al crimen de Nora Dalmasso en el caso policial más mediático del país, cambiaría para siempre las relaciones entre los vecinos de la coqueta Villa Golf y provocaría una hecatombe en el Poder Judicial".
El libro también muestra la carta anónima que llegó a la Justicia de una fuerte impronta racista: "Con Nora sola a esa hora, un negro de mierda se dio el gusto (...) fue un acto de un negro, acostarse con la mujer del patrón (...)"
El caso golpeó en los más profundo de las clases medias altas. "Marcelo Macarrón dijo que 'perdonaba' a su mujer por las supuestas infidelidades cometidas. El viudo hasta especuló con que probablemente su esposa padecía algún 'problema psicológico'". Luego se dio a conocer que él también tenía una amante.
La investigación de Vaca Narvaja no se olvida de los "perejiles" de la causa. "El 9 de febrero de 2007, los fiscales imputaron al pintor Gastón Zárate como supuesto autor de la violación y homicidio de Nora Dalmasso. Y se olvidaron de Magnasco".
Además de Zárate, fue acusado Carlos Curiotti. "-Vamos Carlitos, Gastón ya te mandó al frente. Nosotros sabemos que vos mataste a Nora Dalmasso - le dijo un hombre calvo, alto, fornido, vestido de civil, a Carlos Curiotti. Curiotti, joven de origen humilde, había pasado tres días pintando la residencia de la familia Macarrón en Villa Golf, parecía el candidato ideal". '-¡Decilo, carajo! Sabemos que fueron ustedes dos, Gastón ya confesó: él nos dijo que vos la mataste. Dale Carlitos, no nos hagás perder más el tiempo' le dijo la policía a Curiotti."
Pero esos dos no fueron los últimos acusados. El último sería el propio hijo de Nora Dalmasso, Facundo Macarrón. "El seis de junio de 2007 (...) el fiscal Javier Di Santo imputó a Facundo Macarrón 'como supuesto autor de los delitos de homicidio calificado y abuso sexual agravado'".
En síntesis, el libro de Vaca Narvaja detalla como un crimen que sucedió hace casi tres años quedó sin culpables y aún es un misterio. Es el relato de un caótico accionar de la Justicia, presionado por los medios, los familiares y con la necesidad de brindar rápidas respuestas. Sectores poderosos que buscan evitar quedar "pegados" en la causa, personas humildes acusadas sin razón y una familia que escondía bajo una coraza de "felicidad" oscuras relaciones.