Mariana no soporta que su marido se relacione tanto con Deborah, su compañera de trabajo. Teme esa "amistad", como define él esa relación, se transforme en algo más íntimo. Y hasta llegó a inventar que uno de sus hijos estaba enfermo para que su marido vuelva antes de una cena con sus compañeros de trabajo, porque suponía que la reunión era sólo con Deborah.
Gerardo, en cambio, odia que su mujer use remeras escotadas, porque entiende que anda por la calle provocando a los hombres y que un día ella se tentará con alguna "propuesta indecente". Los celos en las parejas son casi comunes y a veces hasta sirven para estimular la relación. Pero, ¿son distintos los celos en los hombres y en las mujeres?
Varios estudios han revelado que las mujeres tienen más temor que sus parejas se vinculen emocionalmente con otras; mientras que ellos, en cambio, se obsesionan con la posibilidad de que sus mujeres les sean infieles sexualmente con otros. Sin embargo, una investigación publicada hace unos meses en la revista Psychological Science, indicó que estas diferencias van más allá de los géneros y las teorías evolutivas y están más relacionadas con el tipo de vínculo (sexual o afectivo) por el que se rigen los miembros de la pareja, informó el diario español El Mundo.
Perfil.com consultó a distintos especialistas para conocer si, efectivamente, los tipos de celos varían según el sexo. La psicoanalista Adriana Guraieb, profesora titular del curso "¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?", de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), asegura que estas diferencias sí existen.
"El hombre teme más que nada a ser engañado sexualmente, en parte debido a la imposibilidad de estar seguros el 100% de la paternidad de sus hijos. Pero también puede sentir celos cuando su pareja se ocupa de los hijos o tiene mucho trabajo; en estos casos al varón se le dificulta más la expresión de los celos, dada la ausencia de sexualidad en juego y la legalidad de los hechos, tan nobles y responsables", asegura la especialista.
Y agrega: "Hay hombres que reprimen la manifestación e intentan por todos los medios disimularlo, en parte por un mandato machista, ya que decir que siente celos debilitaría su imagen. Y a la vez, por estrategia de no manifestar cuán involucrados se encuentran en la relación. Este tipo de actitudes suele conllevar peligros para la estabilidad de la pareja, pues la mujer puede sentirlo como un auténtico desamor o desinterés".
En cambio, según Guraieb, "la mujer teme más a la infidelidad emocional con otra mujer". ¿Por qué? Porque "lo primordial no es lo sexual, sino el sostén y la protección amorosa, para ella y para los hijos". Y, al igual que el hombre, "tiene diferentes estilos para manifestarse", dice la especialista.
Así, por ejemplo, "están las celosas ansiosas que no pueden disimular sus celos, y están tan obsesionadas por el temor a perder que sufren, temen y son muy desdichadas, sin darse cuenta de que posiblemente esos aspectos alejen a su amado, porque no es fácil estar con una persona que todo el tiempo está controlando al otro, pidiéndole que le rinda cuentas, vigilando y sufriendo en posición de víctima". Pero también existen la " celosa quejosa, de los amigos, de la televisión y de todo aquello que signifique un tiempo que no le dedica a ella". La " celosa intrigante", por caso, "busca provocar celos, poniéndose visiblemente más atractiva, comentando que un antiguo amigo la invitó por Facebook", etcétera.
Por su parte, el psicólogo social y periodista Luis Buero, quien dicta un taller para celosos en el Hospital Tornú, asegura que no existe tal diferencia en los celos. O, al menos, no existe "en su manera de expresarlo verbalmente". Es decir, "dicen las mismas cosas e incurren en la misma queja o demanda de amor incondicional".
Además explica que "los celos son un afecto que tiene dos vertientes, una social que nos es común a todos (el adulterio está penado por la ley y las religiones, es decir, por la cultura); y otra individual, que responde a cómo tramitamos el descubrir muy tempranamente que no somos únicos para nuestros progenitores".
Es que, según Buero, autor del libro Cuando los celos te carcomen, la teoría de la diferencia de los celos según el género ha cambiado con el cambio de las épocas y los roles sociales. Tal vez antes "las mujeres estarían más preocupadas por el abandono", pero hoy, "no necesitan un hombre que las mantenga, especialmente las que van buscando el segundo o tercer matrimonio", explica el especialista.
Según Buero, los celos surgen tanto en mujeres como en hombres "en parte porque se sienten menos, inmerecedores en algún punto de su nueva pareja, y se ven a sí mismos desvalorizados, proyectando en la mirada del otro su auto-devaluación".
Por otra parte, asegura, "hay un desconocimiento generalizado de lo complejo y 'mágico' (transferencial) que hay en la elección de pareja, en la que nunca el otro es enteramente el otro real. El otro es ese Otro que yo quiero o necesito ver. Como diría Lacan, amar es dar lo que no se tiene a alguien que no es…Y como repetiría un amigo mío: ellos dos eran el uno para el otro, pero el otro no era ninguno de los dos...".
Para Buero, al igual que para Guraieb, los celos pueden servir en las parejas. "En pequeña medida pueden ser una pimienta, hasta un hecho gracioso, una muestra de interés, especialmente en este momento en el que algunas personas tienen pánico al compromiso y pretenden establecer relaciones lights o seguir viviendo en pareja como si estuvieran solteros", asegura. Y agrega: "Los celos en pequeña medida son un mecanismo de defensa social ante esta difícil adaptación del sujeto al mundo moderno, de valores cambiantes y a veces difusos".
(*) de la redacción de Perfil.com