“Recién venía para el museo y el taxista me comentó sobre las filas de gente que veía en estos días en el Malba y me explicó que era porque había una obra de una ‘japonesa loca’”.
Quien lo cuenta, divertido, es el canadiense Philip Larratt-Smith, vicecurador en jefe del Malba y curador de la retrospectiva “Yayoi Kusama. Obsesión infinita” junto a Frances Morris.
Happenings, performances, pinturas, videos y poesía. Yayoi Kusama tiene una larga e intensa carrera. Con patrones que se repiten en su obra, esa “obsesión infinita”, la artista se confiesa “adicta al suicidio” y vive desde hace décadas en un neuropsiquiátrico.
Esta es su primera retrospectiva en América latina. En los primeros cinco días, 16 mil personas visitaron la muestra y este fin de semana los organizadores calculan que llegarán más de veinte mil.
Para poner en contexto estas cifras, la exitosa exposición en Fundación Proa sobre Louise Bourgeois, realizada a principios de 2011, recibió en un mes treinta mil personas. Por lo que a la artista japonesa se le augura otro éxito en su debut latinoamericano. Estará hasta el 16 de septiembre.
En el Malba, la exhibición más popular hasta el momento fue la de Andy Warhol (2009-2010), que recibió 196.022 personas. Las muestras de Antonio Berni, de Guillermo Kuitka y de Marta Minujín también se ubican en el podio de las más populares.
Allí figurará pronto Kusama, y no será para ella una sorpresa. “Es una artista que busca la popularidad y eso se debe a que durante un tiempo se sintió rechazada”, explica Larratt-Smith.
El año pasado se realizó una exhibición de su obra en el Tate de Londres, donde concurrieron, en cuatro meses, más de 300 mil personas.
En nuestro país, esa cifra fue alcanzada en 2011 por el Museo Nacional de Bellas Artes con la exhibición durante tres meses de una de las estatuas de mármol más antiguas: El Doríforo. Más reciente, también fue exitosa allí la muestra de Caravaggio, con más de 160 mil visitas.
Lunares. Artista con gran reconocimiento internacional, en nuestro país su fama se limitaba a aquellos que pertenecen de alguna forma al mundillo del arte. Hasta ahora. ¿Qué hay detrás de esta locura por Kusama?
“La concurrencia del público se debe en una parte al interés genuino por ver la obra de una artista famosa y singular y por otro lado a la efectiva publicidad que se ha hecho poniendo el énfasis no solamente en su calidad artística, sino en la originalidad y extravagancia de la artista”, opina Hugo Petruschansky, doctor en Historia de las Artes y profesor de Historia del Arte Contemporáneo.
El crítico cultural, y columnista de este diario, Daniel Molina señala como factor clave la comunicación: “El éxito de público se debe a un éxito de la comunicación de la muestra: no es una artista famosa (como era el caso de Warhol) ni tiene obras icónicas que seduzcan a las masas (como las arañas de Louise Bourgeois). Se generó en torno a ella un rumor que la hizo glamorosa. No es quizá lo ideal, pero resulta bueno para que mucha gente conozca una de las obras más intensas que hay hoy en el mundo”.
“La retrospectiva es divertida, participativa, exótica. Es accesible en diferentes niveles y la artista tiene un gran poder de convocatoria. Además, la popularidad crea popularidad”, opina Larratt-Smith.
Los especialistas también reconocen que su difícil historia personal es atractiva, como también su incursión en el mundo de la moda.
“Desde hace mas de dos décadas, Kusama se transformó en una superstar del arte y pasó de ser una artista entendida por un puñado de especialistas a un objeto de deseo social, ya sea por su marca registrada –los lunares– como por la divulgación de sus enfermedades y alucinaciones o por la utilización de marcas de lujo como Louis Vuitton. Como Warhol o Minujín, ella se transformó en un sello. Eso vende y mucho”, opina Petruschansky. Y agrega: “El arte está de moda, es un entretenimiento económico y además muy saludable y recomendable. Es reconfortante ver la muestra ya que es excelente y didáctica. Kusama es una artista sofisticada y representante legítima del buen arte”.