" Me caso por dignidad”, le explicó Mauricio Wainrot (63 años, coreógrafo, director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín y del Ballet Real de Flanders en Bélgica) al juez que lo casó con su pareja en Bélgica en el 2003. No hacían falta papeles. Treinta años de relación bastaban para avalar la relación. Casarse parecía sólo un trámite. Pero era mucho más. “Nos casamos donde pudimos”, dice ahora. “Y donde nos dieron la dignidad que nuestra relación merecía”.
Argentina es el primer país de Latinoamérica que dará una garantía de dignidad a las parejas homosexuales. Tan trascendente es la ley de matrimonio que se acaba de sancionar, que ni siquiera los que la esperaban y deseaban pueden creer que el milagro se haya concretado.
Alivio, incredulidad, esperanza, felicidad. Los sentimientos se alternan y confunden. Pero lo que realmente cambia es la mirada hacia el futuro. Todos los planes que hasta ahora parecían imposibles, hasta el punto de no entrar siquiera en la imaginación, cobran forma, se vuelven tangibles, se sienten propios. Comprar una casa, compartir las vacaciones, tener un hijo. Ser como todos. No quedarse afuera.
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