Fue u golpe duro, de esos que noquean aun teniendo las espaldas anchas como las de él. Desde que el pasado domingo 3, regresó a la Argentina un día después de la goleada que nos propinó Alemania, Diego Maradona prácticamente ni se movió de su casa quinta del barrio El Trébol, en Ezeiza.
En ese obligado refugio emocional que comparte con su mujer, Verónica Ojeda, el DT encontró tranquilidad y contención para afrontar las horas más difíciles de su carrera como entrenador. Y es la familia de "Vero" la que le brinda beneplácito, tanto sus suegros, Carlos y Rufina, como el sobrino de su mujer, Tiano, su cuñado, Fernando Ojeda, con su pareja Heydi, y la abogada amiga de la familia, Andrea Alicante, con su marido, Antonio, y sus dos hijos.
Ellos son sufientes para reacomodar el ánimo y la mente, sobre todo cuando juega al fútbol con el pequeño Tiano, una de sus grandes deibilidades.