Llenan los recitales con chicos que tienen, en promedio, no más de 15 años. Su influencia cultural se convirtió en masiva y, entre otras razones, proliferan porque sirven para aprender a escribir y diversificar el uso del lenguaje.
Lo cierto es que la influencia del trap y del rap –como música urbana– y del hip hop como danza crece entre chicos cada vez más chicos y más eligen y buscan tomar clases para aprender a dominar esas técnicas. Tanto, que hasta el Centro Cultural Recoleta, uno de los principales espacios públicos culturales de la Ciudad, los hizo eje de sus talleres de verano.
Los adolescentes están volcados a estas disciplinas y ahora las aprenden en centros culturales, talleres y con profesores particulares, entre los que se cuentan los principales referentes del rap y el hip hop porteño.
El centro tiene un espacio fijo profesionalizado y técnicamente preparado los fines de semana; los sábados se lleva a cabo el ciclo Cultura Hip Hop y los domingos el ciclo Cultura Rap.
Esos dos días se llevan a cabo las competencias en las que los participantes pueden participar de forma libre y gratuita. “La idea es que el espacio funcione como un territorio donde los más jóvenes se sientan a gusto para expresar lo que piensan y sienten”, explica a PERFIL Luciana Blasco, subsecretaria de Políticas Culturales y Nuevas Audiencias de la Ciudad, y agrega que “buscamos que funcione también como un espacio para que personas con historias de vida diferentes se encuentren en un código un poco más humano, igualitario y respetuoso porque es una posibilidad de reconocerse y estar más cerca”.
El referente del rap y profesor Juan “Juancín” Goldberger explica que si bien el rango de edad que visita sus talleres es de 12 a 21 años, “también está apareciendo hace unos años un público mucho más chico” y lo relaciona con la explosión de El Quinto Escalón, refiriéndose a los encuentros de batallas de gallos que se organizaban los domingos en el Parque Rivadavia, y de los cuales formó parte junto a artistas como Duki, Lit Killah, Paulo Londra, Wos y Trueno.
“Hay un público a partir de los 8 años que también se acerca al ciclo en el Centro Cultural Recoleta”, agrega Juancín. En el ciclo de rap hay talleres de rimas para todas las edades, ya que es una disciplina muy amplia donde no hace falta un instrumento, ni siquiera comenzar con destreza física, sino empezar a practicar hasta aprender a llegar a las rimas correctas.
En el celular. Ninguna disciplina o tarea en este mundo se queda sin su app. Cada día más chicos y chicas de todo el planeta no solamente se suman a la movida del freestyle en las calles y las plazas, sus celulares también son protagonistas de este furor.
Para entrenar en rimas, hip hop y elementos del rap, se usan las aplicaciones más populares: Roostfy, Discord y Battle App.
Si bien para tener éxito en una batalla es necesario tener muchísimo ingenio, además de competencias musicales, la práctica y el entrenamiento cotidiano que brindan estas aplicaciones es una de las cartas ganadoras para todos aquellos que quieren mejorar sus técnicas.
Entre las prestaciones principales que tienen, se pueden elegir modos de batalla para mejorar la improvisación con miles de palabras y centenares de temáticas para seleccionar y batallar online con cualquier contrincante del planeta.
Uriel Ritter tiene 19 años y es una de las promesas del rap. Comenzó a escuchar esta música a los 8 años con Eminem y otros artistas de la época. Uno de los artistas de Argentina que más lo inspiran es el argentino Agustín “Acru” Cruz. Cuenta que alguna vez utilizó la aplicación Discord, pero no con la intención de participar sino para hablar con la comunidad que recién empieza y compartir sus experiencias. “Ahora, muchos empiezan a practicar en las apps y después salen a las plazas a ponerse a prueba”, cuenta Ritter.
Goldberger, que en su canal de YouTube supera los 380 mil suscriptores, se suma a este tema y cuenta que desde la creación de la Liga Profesional de Freestyle (FMS), que comenzó en España en 2017 y luego siguió creciendo en Latinoamérica, se fue incentivando la “deportivización” de la disciplina y estas herramientas “pueden ser útiles, ya que es como pelotear, o patear la pelota contra la pared”.
También, los chicos que quieren aprovechar su tiempo libre para ensayar usan videos que simulan rondas en el canal de la FMS, donde van haciendo prácticas con distintas dificultades.
Toman clases y comparten ‘batallas’
Del hip hop al breaking, la danza urbana suma adeptos
Rodrigo Peyresé es profesor de break dance, organiza el ciclo de Hip Hop en el CCR y pertenece al crew Fuera de Límite.
En el lenguaje del hip hop, crew significa pertenecer a una misma agrupación. Ellos son catorce integrantes que bailan break dance desde el año 2000. Comenzaron en el barrio porteño de Once, entrenando en la calle y aprendiendo de otros, fue “su primera escuela”.
El hip hop es una cultura originada en el sur del Bronx, en Estados Unidos. Se divide en cuatro elementos de expresión: el grafiti o la pintura urbana; el DJ que expone su música en cada fiesta o batalla de rap; el MC (maestro de ceremonias), que con su micrófono hace su tarea de “poetizador”, como define Peyresé, con rap e improvisación con freestyle; y por último, la danza originaria: el breaking. El da clases de esa disciplina hace más de tres años en el CCR, gratuitas, todos los sábados de 15 a 16.30 para adolescentes de 12 a 17 años y también da clases en otras academias donde la diversidad es más amplia y hay talleres en los que quienes se acercan son chicos y chicas que tienen de 6 a 12 años. “Para nosotros es muy importante que quienes vienen a aprender sepan la historia del nacimiento del breaking. Es un movimiento cultural y transformador social que pasa en la calle. Lo puede bailar un pibe de Recoleta o de La Quiaca”, dice el experto. Y agrega: “Queremos que los chicos conozcan los valores para que se conviertan en artistas completos y no lo vivan simplemente como una moda”.