¿Modelo de país o modelo de argentino?

Frecuentemente se habla de la necesidad de un “modelo de país” para poder orientar todos nuestros esfuerzos como sociedad, y así  alcanzar ese modelo acordado entre todos. Pero, más allá de esta búsqueda de coincidencias nacional, y mientras esperamos que se concrete, ¿no valdría la pena detenernos a buscar el “modelo de argentino” al que deberíamos aspirar individualmente?

Para visualizar la idea mejor, ¿en qué piensan en el exterior hoy cuando se pronuncia la palabra “argentino”? ¿En los gobernantes corruptos de una sociedad corrupta? ¿En la mano de Maradona? Esta imagen, generalmente negativa, nos lleva a otras preguntas: ¿Nos gusta esta imagen? ¿Es buena para nosotros y para el país?

Así como se definen productos y que además se les imponen normas de calidad para que los clientes sepan qué van a obtener, ¿por qué no dedicar tiempo y reflexión a la definición del “hombre o mujer argentino” al que deberíamos aspirar?, sabiendo que, al igual que los productos de exportación, las mejoras para afuera se traducen inevitablemente en mejoras para adentro. Si el modelo de argentino que estamos “exportando” hoy no sirve, y ni siquiera nos gusta a la mayoría de nosotros, ¿cuál sería el modelo básico hacia el cual deberíamos buscar tender todos los argentinos, sin sacrificar nuestras individualidades?

Se me ocurren algunas características: honesto, solidario, valiente, justo... y cada uno podrá agregar otras. La ventaja como sociedad es que si nos pusiéramos de acuerdo en desarrollar y promocionar este “modelo del nuevo argentino”, irían quedando aislados automáticamente -“fuera de especificaciones”- los ejemplares del viejo argentino, el que nos ha producido este país desprestigiado e incapaz de competir en el mundo y enfrentar los desafíos del futuro.

Algo así como el “anticambalache”, donde no “dé lo mismo ser cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”, sino que se note claramente quién es quién. ¿Por qué no intentarlo?

* DNI 11.317.351