Alrededor de 130 altos oficiales de la Policía de Santa Fe están siendo investigados por el supuesto delito de enriquecimiento ilícito y más de veinte han sido procesados en sólo tres causas: el triple crimen de Villa Moreno (enero de 2012), la de Los Monos (iniciada en septiembre de 2013) y el asesinato del narco Luis Medina (a partir de diciembre de 2013). Y a lo que hay que sumar el dato de la detención del comisario Hugo Tognoli, ex jefe de la policía provincial, por formar parte de estas bandas.
Decenas de policías tomaron nota del fenomenal flujo de dinero que atraviesa la geografía urbana de las principales ciudades santafesinas: autopartes, trata y narcotráfico. No es de extrañar que cuando termine el descabezamiento de los actuales gerentes de los principales grupos narcos en la zona no solamente se rearmen las bandas, sino que sean manejadas directamente por integrantes de nichos corruptos de las fuerzas de seguridad. Pero este problema no es estrictamente policial, es político. Porque si la fuerza de seguridad no depende del gobierno, la cuestión, entonces, es doblemente grave.
Las históricas cajas negras policiales eran la postal de un modelo de peajes que todavía continúa, pero la proliferación de armas que obscenamente parecen al alcance de cualquier pibe desesperado es indicio de que los nichos corruptos de La Santafesina SA ya no quieren ser socios de los negocios ilegales de las calles, sino manejarlos. Nada de esto, sin embargo, parece hacerse sin conocimiento y complicidad de otros nichos corruptos en los gobiernos municipales, provinciales y nacionales. Si el capitalismo sigue imponiendo su feroz cultura consumista, esta historia continuará.
*Periodista. Autor del libro Ciudad blanca, crónica negra. Historia del narcotráfico en Santa Fe.
