SOCIEDAD
sistema de ingreso academico

Para recibir más alumnos y producir mejores graduados

Las experiencias internacionales que muestran el acceso a la educación superior evidencian la crisis que se presenta en la Argentina, sobre todo en las universidades públicas. Son muchos los estudiantes que empiezan, pero muy pocos los que terminan su carrera universitaria.

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En noviembre la presidenta de Brasil envió un mensaje, expresando “El  ENEM es un instrumento fundamental para la juventud porque valoriza el esfuerzo de cada una de las personas que quieren aprender”. Ese sábado 8 a las 13 horas comenzaba en Brasil el ENEM (Examen Nacional de Enseñanza Media), requisito para ingresar a la Universidad. El ENEM, con casi nueve millones de inscriptos, es uno de los exámenes más grandes del mundo, únicamente superado por el examen chino (“gaokao”) que es rendido anualmente por diez millones de jóvenes.

El ENEM tiene tres propósitos: (1) permite concretar los numerosos programas de becas, que son destinadas a alumnos humildes con buen desempeño en este ENEM. (2) Proporciona información a todas las universidades, por esta razón son muchas las que ya abandonaron sus exámenes de ingreso propios, ya que ahora se guían por los resultados de la ENEM. (3) Los resultados son publicados por el gobierno, informando a toda la opinión pública del Brasil, cuál es el puntaje de cada escuela secundaria (pública y privada) cuyos egresados rindieron el ENEM. Recordemos que el presidente Lula había puesto énfasis en la evaluación de la calidad de la enseñanza en cada escuela.

Esto que ocurre todos los años en Brasil ocurre en muchas naciones, comenzando por Francia desde cuando Napoleón implantó el “baccalauréat”. Este tipo de exámenes se aplica en muchos países, por ejemplo: Alemania, Australia, Austria, Corea, China, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Hungría, Inglaterra, Irlanda, Israel, Italia, Japón, Polonia, Rusia, Suiza e Italia.

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Selección e inclusión. En América Latina, se destaca Chile que desde hace décadas tiene vigente la PSU, examen que es rendido en diciembre de este año por los aspirantes a ingresar a la Universidad en 2015. En Ecuador rige el “Sistema Nacional de Nivelación y Admisión”, implantado hace unos años por el actual presidente Correa. En mayo lo rindieron 103 mil estudiantes, para ingresar a la Universidad hay que tener más de 555 puntos sobre un total de mil, pero para ingresar en las carreras de Medicina o Educación hay que tener más de 800; quienes obtengan más de 900 serán becados por el Estado para estudiar en una de las mejores cincuenta universidades del mundo.

Cuba tiene el “Proceso de Ingreso a la Educación Superior”, este examen en 2014 fue aprobado por 58% de los aspirantes  a ingresar a la Universidad; el próximo examen será en abril de 2015 y cubrirá matemática, lenguaje e historia. Los cupos de ingreso se asignan según el puntaje obtenido. Recordemos además que el calendario escolar primario cubano es uno de los más extensos del mundo (200 días de clase con cinco horas diarias). Por eso no debe sorprender que en todas las evaluaciones de Unesco los alumnos primarios cubanos siempre lideren los resultados en toda América Latina y Caribe.

Con frecuencia se presenta el argumento que, experiencias de exámenes como el ENEM del Brasil, y también como los vigentes en Cuba y Ecuador, son restrictivas y excluyentes, ya que dificultan el ingreso a la Universidad, y por lo tanto es necesario optar por regímenes de ingresos más inclusivos, aunque no estimulen el estudio por parte de los alumnos secundarios. Es un argumento fuerte para quienes aspiran a una sociedad con igualdad de oportunidades. Pero la realidad está lejos de confirmar esta argumentación ya que, a pesar del ENEM Brasil está graduando el doble de universitarios cada mil habitantes que nosotros. Lo preocupante es que esta diferencia se ha acrecentando  durante la última década, ya que a fines del siglo pasado la graduación universitaria en Brasil era seis veces superior a la nuestra, pero ahora están graduando diez por cada uno de los nuestros.

Caso agentino. Para entender esta distinta evolución en la graduación universitaria en Brasil y Argentina, hay que constatar que la menor graduación universitaria ocurre cuando, como en nuestro caso,  se rechazan iniciativas que procuren elevar la dedicación al estudio en la propia escuela secundaria. Estas iniciativas pueden incluso asegurar que las universidades administren los ingresos de alumnos a primer año, prestando atención a su nivel socioeconómico, de esta manera se podrá lograr que ingresen también los mejores de los más humildes. Son numerosos los ejemplos, no sólo en Brasil, sino en muchos otros países que aplican lo que se denomina “discriminación positiva”, para asegurar la igualdad de oportunidades.

Muchos estudiantes mal preparados en la Universidad no parece la mejor opción, porque  la deficiente preparación en el nivel secundario debilita el proceso de graduación universitaria. Lo que no se estudia bien en el secundario es difícil recuperarlo en la Universidad, de cada cien estudiantes que ingresan a las universidades en Brasil abandonan antes de graduarse 44, pero en nuestras universidades privadas son nada menos 58 los que abandonan y en las estatales más: tres de cada cuatro ingresantes. No son pocas nuestras universidades donde abandonan más de ochenta de cada cien ingresantes.

Son muchas las historias de frustración personal de jóvenes que, mal preparados en la escuela secundaria y carentes de la disciplina del estudio, tuvieron que abandonar los estudios universitarios. A ellos no les es fácil ahora afrontar las exigencias de un complejo mundo globalizado, no sólo porque no están bien preparados, sino porque también sin una población con buena preparación universitaria no tenemos posibilidad de atraer inversiones en las áreas importantes de la ciencia y la tecnología. Sin recursos humanos calificados, el escenario probable será apenas el de las inversiones en industrias extractivas, que duran lo que duran estos recursos agotables.

Mejorar. Hay que comenzar por reconocer la realidad si no, no se podrá modificar, debemos asumir que nuestra graduación en el nivel terciario es escasa, teniendo en cuenta nuestro PBI por habitante. No miremos a Australia, Finlandia, Dinamarca o Corea donde concluyen los estudios terciarios, según OCDE, más de la mitad de los jóvenes. Tampoco prestemos atención a Japón, Italia, Holanda, Reino Unido, Israel, Francia, Estados Unidos, Irlanda, Noruega, y Portugal, donde se están graduando más de la tercera parte de los jóvenes. Pero no seamos distraídos, ya que nuestra escasa graduación terciaria es un poco más de la mitad de la correspondiente a Chile y México y apenas la mitad  de la de Brasil.

Sería ingenuo creer que,  con la mera aplicación de exámenes del tipo ENEM mejoraría nuestra graduación universitaria, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo. Pero es aún mucho más ingenuo creer que, si seguimos como hasta ahora, contribuimos a fortalecer la escuela secundaria y nuestra Universidad. No renunciemos a tener más y mejores graduados universitarios.

*Academia Nacional de Educación.