Londres, The Guardian - Cuando el año pasado le dieron suplementos de aceite de pescado a Thomas Wood, de 12 años, la transformación fue dramática.
“El cambio fue increíble”, dice su padre Frank. “Se volvió muy organizado. Se despertaba temprano y tenía ganas de aprender. Su maestra no podía creer lo bien que le iba en las pruebas. Todo el mundo notaba la diferencia”.
Los suplementos eran parte de una iniciativa de las autoridades educativas de Middlesbrough, en el norte de Inglaterra, para mejorar el nivel de concentración de chicos entre 8 y 11 años. Otros siguieron el ejemplo: durante este año lectivo, cinco mil chicos de entre 14 y 16 años recibieron suplementos de aceite de pescado.
Los padres de niños con desórdenes de atención, autismo, dislexia o dispraxia ya sabían sobre las promisorias investigaciones que se llevan a cabo con respecto al los potenciales beneficios del aceite de pescado.
Pero ahora los suplementos están ingresando en el mainstream como la última novedad dietaria para los padres de todo el mundo.
Ponéle a tu hijo una pastillita con los cereales y la hiperactividad desaparece y se vuelve sereno, razonable y se convierte en un as en las pruebas de matemática.
La propuesta es tentadora. Hace tiempo que se sabe que los ácidos grasos omega-3, que se encuentran naturalmente en algunos pescados como las sardinas o el salmon, son importantes para la función cerebral (sin mencionar la salud cardiovascular).
El problema es que nuestra dieta actual contiene demasiado poco aceite de pescado (sólo cuenta el atún fresco, no en lata), con lo cual, la mayoría de los chicos tienen oficialmente un déficit de omega-3.
Viendo el potencial, muchas empresas ya comenzaron a vender todo tipo de productos con el suplemento, desde yogur hasta pan lactal. Pero la verdadera revolución ocurre en las góndolas, adonde los fabricantes de vitaminas ofrecen suplementos de aceite de pescado masticables y con gusto a frutilla, diseñados para los niños y sus padres. Todo esto parece bastante útil.
El único problema es la falta de evidencia de que el aceite de pescado ayuda al desarrollo de chicos normales. Hasta el momento, esto es lo que sabemos: la ciencia demostró que los adultos que tienen un bajo nivel de omega-3 en la sangre tienen mayores posibilidades de ser depresivos, pesimistas e impulsivos que los que tienen niveles normales.
Hay bastante evidencia para demostrar que los suplementos de omega-3 pueden reducir los síntomas de depresión en adultos. Estudios preliminares muestran también que el omega-3 también podría ayudar a adultos con esquizofrenia y desorden de personalidad.
Pero cuando hablamos del comportamiento de niños y su performance a nivel académico, las evidencias son mixtas. Hay sólo seis estudios científicos publicados hasta el momento con respecto a los potenciales beneficios del omega-3 en los niños. Todos ellos se centran en chicos con desórdenes como el autismo, ADD o dispraxia.
Peter Rogers, profesor de psicología biológica de la Universidad de Bristol, viene estudiando el efecto del omega-3 en los niños hace mucho tiempo. Dice que tres estudios mostraron efectos positivos, pero que los otros tres no mostraron resultados significativos.
Para la mayoría de los chicos, la evidencia no existe. “No se demostró hasta el momento que el omega-3 tenga efectos positivos en el comportamiento o la performance académica de chicos sanos”, dice.
Eye Q, una de las marcas que vende suplementos de aceite de pescado, señala que se están realizando varios estudios pilotos y distintas iniciativas con escuelas. Según ellos, los resultados fueron increíbles pero no hay evidencia científica para sostener esto.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford es probablemente el más serio al respecto: demostró que el aceite de pescado tiene efectos positivos en las habilidades para leer y escribir en niños con desórdenes de coordinación y de atención.
Dado que durante los últimos años se utilizó Ritalin para medicar a los chicos con estos desórdenes y recién ahora se empieza a hablar de los posibles efectos secundarios: ¿podría el aceite de pescado ser la respuesta para muchos de ellos?
Desde la Royal College of Psychiatrists dicen que no. “Los problemas de comportamiento en los niños son siempre multifactoriales. Basarse solamente en la dieta como una estrategia para manejar comportamientos difíciles sería un error. La evidencia no existe. El omega-3 no es una cura milagrosa. Simplemente no existe una cura milagrosa”.
El gobierno del Reino Unido coincide: “No hay evidencia suficiente para relacionar el omega-3 con el rendimiento de los niños”, dijo un portavoz del sistema educativo, en medio de un debate para darle el suplemento vitamínico a todos los chicos en edad escolar.
Inclusive si el omega-3 fuese una sustancia milagrosa, podríamos simplemente comer sardinas o atún una vez por semana (a una fracción del costo) y las cuotas necesarias estarían cubiertas.
Existe otro costo, aunque menos evidente. Varios ecologistas ya expresaron su preocupación por los efectos que la medicación en masa de omega-3 podrían tener sobre la población de peces a nivel mundial.
Los aceites de pescado pueden traer beneficios en la conducta de algunos niños. ¿Pero no sería un poco exagerado salir a comprar suplementos vitamínicos masivamente?
Rogers responde: “La idea de comprar una solución rápida y fácil es muy seductora. Pero esto no es magia”.