Son mujeres de clase media. Tienen entre 40 y 50 años. Son independientes económicamente, profesionales, sensuales y seguras de sí mismas. Algunas son solteras, otras divorciadas. Sin embargo, la gran mayoría no tiene pensado formar una familia ni mucho menos tener hijos. Prefieren la libertad de salir con amigas, divertirse y jamás renuncian al sexo ocasional.
Claudia (40) es soltera, se recibió de licenciada en Psicología y vive sola desde los 28 años. Desde hace cinco se dedica a la imagen y la moda, aplicando sus conocimientos universitarios a Ridiculuss, su propia empresa de indumentaria. “No es que no me interese formar una familia, quizá lo voy postergando y dejando de lado en un plano potencial, ya que me aboco mucho al trabajo porque es mi gran pasión y ocupa un lugar muy importante en mi vida”, dice.
“ No veo como una frustración que mis amigas tengan hijos, disfruto muchísimo de mis dos sobrinas de 13 y 15 años. Si no soy madre, puedo hacer muchas otras cosas”, agrega, desligándose del “mandato social”.
Fiorella (43) es divorciada desde hace nueve años y vive en su departamento de Almagro. Es abogada y trabaja en forma independiente. “Me encanta mi libertad laboral. Eso no lo cambio por nada, porque me permite expandirme a todos los niveles de la vida”, dice.
Suele ir a bailar milonga, hace terapia y meditación y cada vez que tiene algún problema asiste a una fundación a respirar y a meditar. “Una vez por semana salgo a comer con mis amigas y una vez por año hago un viaje al exterior”, cuenta y revela que no está en pareja, pero que esporádicamente tiene “algún que otro touch and go”.
“A los 20 las mujeres están en una etapa sexual de pleno descubrimiento, recorrido, curiosidad. Sin embargo, a los 40 se sienten dueñas de sus cuerpos, no son una media naranja de nadie. Pueden tener una pareja en un espacio determinado, pero priorizan los espacios personales, el trabajo, reuniones con amigas, congresos”, explica Diana Resnicoff, psicóloga y sexóloga.
Para muchos hombres es muy difícil acercarse a mujeres profesionales y exitosas, por estos cambios de roles que implica una relación de esa índole. “Son cambios que no pudieron ser metabolizados por los hombres, aún muy influenciados por modelos conservadores donde la mujer era la madre y quien se dedicaba a la crianza de los hijos y el hombre, el proveedor”, puntualiza Resnicoff.