Una versión de Moby Dick escrita con los símbolos de WhatsApp. Relatos tan breves que entran en los 140 caracteres de Twitter. Conversaciones de chat transformadas en pieza literaria. Búsquedas de Google confeccionadas como poemas. La tecnología que usamos todos los días irrumpió en el mundo de las letras, y hoy, cada vez más autores sorprenden con obras en las que el lenguaje de internet es protagonista.
Para el estadounidense Fred Benenson, los populares símbolos japoneses que se utilizan en las redes sociales –llamados “emoji”– se han convertido en la nueva forma de comunicarse. Por eso decidió emprender un proyecto original: traducir a ese lenguaje un clásico como Moby Dick. Según cuenta a PERFIL, juntó fondos en Kickstarter –una plataforma de financiamiento colectivo– y contrató a un equipo de personas a través de Amazon para traducir cada frase a su versión en emoticones. Emoji Dick lleva vendidos cientos de copias impresas a través de su sitio.
Siguiendo ese ejemplo, y en clave argentina, el periodista y doctor en Filosofía Tomás Balmaceda rearmó Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga, combinando texto y símbolos. “La idea fue rescatar un clásico que todo el mundo leyó en la escuela, y combinarlo con la tradición actual de usar emojis para responder un mensaje de WhatsApp, escribir un tuit o actualizar Facebook”, cuenta Balmaceda. El proceso le llevó dos meses, y asegura que cualquiera puede entender esta nueva versión. “Quiroga escribió en 1918 para sus hijos. La idea es pensar cómo se escribirían estos cuentos para chicos en 2015. Es bastante provocador”, señala. Ahora, a través del sitio de financiamiento Idea.me busca reunir 64 mil pesos para publicar el libro en e-book y papel.
Según los autores, escribir en una aplicación de mensajería instantánea para teléfonos es también una forma espontánea de hacer literatura. Bajo esa premisa, la poetisa colombiana-argentina Tálata Rodríguez compuso su propia chat novel a partir de una conversación por WhatsApp con un chico con el que salía. “La convertí en una pequeña novela, que incluye emoticones y descripciones de las fotos, pasándolas a texto”, cuenta. Para no perder la espontaneidad, Rodríguez hace una performance oral de la obra, bautizada Carita feliz, nube, corazón, rayo, que lee desde el celular, y ya se presentó en el Malba y la Bienal de Performance. “La lectura oral de los emoticones le da ritmo poético al texto. Uno piensa que sus chats no son literatura porque pertenecen a la intimidad, pero si te movés un paso más adelante, ya está. Es superar la barrera”, sostiene.
En 140 letras. Los pocos caracteres que impone Twitter para enviar un mensaje ya no son una barrera, sino una forma de hacer literatura. Así lo creen, al menos, los miles de usuarios que echaron a andar la rueda de la “twitteratura”: microficciones en sólo 140 caracteres. En Estados Unidos e Inglaterra, Penguin publicó un libro que reúne más de ochenta obras universales –entre ellas de Shakespeare, Kafka y Dickens– en versión “tuitera”. Como la tendencia de lo breve se impone cada vez más, en la última edición de la Feria del Libro de Buenos Aires se organizó un concurso para elegir las mejores narraciones a través de la red social. El escritor Diego Tomasi fue el ganador con su creación: “Hay que abrir la puerta y entrar. Después hay que tocar la tecla de la luz. Y sentir que sobre la tecla hay otra mano”. Juan Daniel Salica, segundo puesto, cuenta que abrió su cuenta en la red social porque es un “formato ideal para microficción”. Ahora vuelca allí sus versos y los comparte con seguidores de España y México.
Por otro lado, con la idea de “hacer poesía sobre los temas que realmente interesan”, distintos usuarios crearon Google Poético, un sitio que arma poemas con las palabras y frases más recurrentes en el buscador: “Cómo hacer que...”, por ejemplo, como disparador. La plataforma ya está traducida a 12 idiomas, y los nuevos poemas –casi surrealistas– se viralizan en internet.