Los que tenemos la sangre común, es decir roja y de cualquier factor, podemos tener fobia al dentista y no pisar jamás un consultorio, pero eso no puede sucederles a los de sangre azul.
A los simples proletarios puede que no nos alcance el magro sueldo para pagar un implante dental, pero los integrantes de la realeza tienen el dinero suficiente para pagar los implantes de veinte generaciones y si no, empeñan las joyas de la abuela y listo.
El común de los mortales pueden sonreír para una foto al grito de “¡whisky!” y que se vean nuestros desprolijos dientes, pero no los reyes ni príncipes.
Entonces... ¿Por qué el príncipe Guillermo de Orange sale en todas las fotos con los dientes amarillos? ¿Padece de pánico al torno? ¿La mamá, es decir la reina, nunca lo llevó de chiquito al dentista? ¿Olvida la cepilladita antes de ir a dormir?
Como sea, es inaceptable que un hombre de la monarquía ostente una dentadura amarillenta tan poco... real.
Desde acá pedimos un fashion emergency para la poco presentable dentadura de Don Guillermo, o a los fotógrafos de las revistas del corazón y de gente rica y famosa, que no se olviden de pasar el fotoshop blanqueador de dientes. Gracias.