El número de parejas argentinas que logran la nulidad del matrimonio religioso se triplicó en la última década, según estadísticas oficiales de la Iglesia católica, que considera preocupante este progresivo incremento.
Mientras que en 1996 se presentaron 54 causas en los tribunales eclesiásticos, en 2006 fueron 161, con un porcentual cada vez más alto -entre 85 y 90 por ciento- de sentencias favorables de nulidad.
El responsable del Tribunal Eclesiástico Nacional, monseñor José Bonet Alcón, dijo a DyN que estas cifras son "preocupantes", y atribuyó la tendencia ascendente a "la mentalidad divorcista y antinatalista que prima en la sociedad".
El juez canónico también opinó que existe un desconocimiento por parte de los novios sobre la importancia del sacramento del matrimonio, y admitió cierto déficit en la preparación que prestan las parroquias a quienes contraerán enlace.
"Un 25 por ciento de las parejas que dicen casarse para toda la vida, lo hacen en situación de nulidad, aunque sin saberlo", advirtió monseñor Bonet Alcón.
La Iglesia sostiene que el matrimonio es indisoluble por naturaleza e insiste en apelar a la fórmula "que el hombre no separe lo que Dios ha unido" para bendecirlo en las parroquias.
La diferencia radica en que -según el Código de Derecho Canónico- el divorcio busca disolver una unión que se contrajo en forma válida, y el proceso de anulación intenta certificar si el matrimonio fue válido desde un principio.
El enlace puede declararse " nulo" por impedimento de los contrayentes (edad, impotencia, disparidad de culto, rapto o consanguinidad), o por falta de forma canónica requerida para la validez (delante de un sacerdote y con dos testigos).
También por vicio o defecto del consentimiento matrimonial (carencia de uso de razón, incapacidad para asumir obligaciones esenciales, ignorancia de la naturaleza del matrimonio, engaño, consentimiento simulado, violencia o miedo grave).
Hasta los 80 el mayor número de casos era por impotencia física, coacción o miedo reverencial, y hoy son más comunes los pedidos por argumentos psíquicos y morales.
El proceso de nulidad matrimonial requiere de dos instancias para tener sentencia firme y ejecutoria, y una tercera en la Rota Romana en caso de tener que "desempatar".
La primera -en los tribunales interdiocesanos de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Santa Fe y La Plata- puede durar hasta tres años y la segunda apenas unos meses si sale por decreto, tal como ocurre en el 80 por ciento de los casos, y llegar al año si requiere trámite ordinario.
Una vez aceptado el pedido, la Iglesia considera a los ex cónyuges como personas solteras. Sin embargo, Bonet Alcón aclara que " no significa que recuperan la soltería, sino que nunca perdieron ese estado y que su matrimonio fue aparente o simulado".
El expediente de nulidad tiene un costo, aunque el canonista niega que se trate de un procedimiento para ricos y famosos, como fueron los promocionados juicios de la princesa Carolina de Mónaco con Philippe Junot o de Isabel Preysler con el cantante Julio Iglesias.
"Es totalmente falso, un mito", aseguró Bonet Alcón, al citar como ejemplo el caso de Buenos Aires donde en primera instancia se requieren 500 pesos -que se pagan a lo largo de los años que dura el proceso- y otros 700 pesos en la segunda, aunque no se abonan si sale por decreto.
Asimismo se requieren 1.200 pesos en concepto de honorarios de abogados canónicos, pero por decisión del cardenal Jorge Bergoglio estos deben patrocinar en forma gratuita uno de cada dos casos.