SOCIEDAD
pensar la escuela del futuro

Son referentes en distintas disciplinas y cuentan qué le cambiarían al secundario

A partir de las reformas planteadas en la Ciudad, PERFIL consultó a científicos, emprendedores, periodistas y artistas a analizar, según sus propias experiencias, cómo mejorar el proceso de aprendizaje.

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A partir de las reformas planteadas en la Ciudad, PERFIL consultó a científicos, emprendedores, periodistas y artistas a analizar, según sus propias experiencias, cómo mejorar el proceso de aprendizaje. | cedoc

A partir del año que viene, los estudiantes secundarios de las escuelas porteñas experimentarán un nuevo paradigma educativo, donde, entre “ciclos”, “áreas de conocimiento”, “créditos” y “pasantías”, el foco estará puesto en que los últimos años de la escuela se acerquen más al mundo posescolar (ver aparte). En ese contexto, consultados por PERFIL, profesionales de distintos ámbitos, como el científico, el educativo, el artístico, y el emprendedor recuerdan su paso por el secundario y cuentan qué cambios consideran importantes a la hora de pensar una secundaria del futuro, según sus experiencias.

Más tecnología y pensamiento crítico. Para el creador del exitoso juego online Preguntados y CEO de Etermax, Máximo Cavazzani, la clave está en “dejar atrás la memorización y el examen tradicional para potenciar los conocimientos y estimular habilidades con proyectos que interesen a los alumnos”. Así, podrían alcanzar más conexión con el mundo fuera de la escuela y trabajar con desafíos y proyectos reales. “También me hubiese gustado que me enseñaran programación. Creo que es necesario generar una alfabetización digital, con recursos y propuestas desde la colaboración, la creatividad, la comunicación y el pensamiento crítico”.

Más motivación, aporta Gino Tubaro, el joven inventor creador de las prótesis de brazos y manos impresas en 3D. “Lo que aprendí en la secundaria es que nos dan un manual para tener una vida normal, de ir a una fábrica u oficina y cumplir una tarea, pero con el objetivo de hacer en serie las cosas. Así los chicos no se arriesgan a hacer lo que quieren porque no los motivan a buscar eso”.

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“Hacer ciencia”, dice por su parte Diego Golombek, biólogo, profesor e investigador del Conicet. “Hay que hacer ciencia, no estudiarla”, insiste. “Y hacerla quiere decir fomentar el pensamiento científico y crítico, más allá de saber datos. Es saber cómo combinarlos, conectarlos, reflexionar y pensar. Y en particular, dentro de las ciencias naturales hacerlo a partir de la experimentación”, agrega.

Para la actriz Norma Aleandro, la escuela de sus nietos todavía se parece mucho a la suya: “Yo tengo una idea de la escuela que es la que yo tuve y que no le vi mucha diferencia con la que tuvo mi hijo, y con la que tienen mis nietos. Realmente los colegios están militarizados, no hay libertad de pensamiento en general, los maestros saben de memoria lo que quieren que los niños sepan de memoria, ¿a eso llaman aprender?”, se pregunta.

Más prácticas. “A mí me hubiese gustado que en mi secundario habláramos más de cómo conectarnos con nuestra vocación para poder construir el plan a futuro para concretar nuestro sueño”, dice por su parte la periodista María Julia Oliván, para quien las prácticas laborales hubieran sido una gran herramienta para quienes ya tenían en claro, como fue su caso desde chica, qué querían hacer una vez que terminaran el secundario. “Hay colegios que tienen especialización en comunicación pero los chicos no saben cómo presentar un sumario o escribir un cable. Estaría bueno hacer una red para que el secundario no quede descolgado del mercado laboral”, dice.

Lo mismo le pasó a Diego Leuco, también periodista: “Si me hubiesen dicho de ir a una radio de verdad en mi último año, hubiese dado la vida por eso. Apoyo las experiencias laborales, pero para los chicos que tengan ganas de hacerlas, no obligatorias para todos”.

El rol de los docentes. “El aprendizaje es uno de los sucesos más importantes y centrales de nuestras vidas. Por eso es primordial tratar de conocerlo, comprenderlo y estudiar cómo podemos mejorar los procesos que involucra. En este sentido, los avances de la ciencia en el conocimiento de la conducta humana y el funcionamiento cerebral pueden brindar información valiosa sobre cómo enseñamos y aprendemos, y así tener un impacto positivo en las teorías y prácticas de la educación”, dice Facundo Manes, neurólogo y neurocientífico.

Y destaca el papel de los maestros como actores claves a la hora de pensar cambios que surjan de la reflexión crítica y la elaboración interdisciplinaria, por ser “quienes conocen como nadie la realidad de las aulas y construyen día a día los puentes entre la teoría y la práctica del mundo de la enseñanza y el aprendizaje”.

Basado en su propia experiencia al frente de las aulas, el escritor e historiador Eduardo Sacheri cree que sería fundamental modificar la formación docente, buscar una vinculación mayor con una escuela y jerarquizar su labor con mejoras salariales. “Me parece que la formación de quienes dan clases en secundaria tiene que ser universitaria. Y por el otro lado, hay que buscar una vinculación más fuerte con una escuela determinada y evitar que roten por un sinnúmero de escuelas distintas”.

“Para mí lo más importante es el uno a uno con los chicos, captar sus deseos y su vocación, una tarea para nada fácil pero que en casos como el mío lograron los docentes”, dice Javier Daulte, guionista y dramaturgo. “Creo que para eso deberían buscarse profesores que además de tener su título también ejerzan esa materia en sus trabajos diarios. Por ejemplo, que Literatura la dicte un escritor. O Teatro, un actor. De esa manera se puede transmitir la pasión por la disciplina”, aporta.