SOCIEDAD
Festival "Si a la Vida"

Testimonios de fe: el ex adicto y la sanadora

Entre la multitud que llenó el obelisco, había historias de vida marcadas por Dios. De Palau, poco y nada.

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Sus pecheras naranjas los identifican como "amigos del festival" y conocen poco a Luis Palau, la estrella de la noche, aunque su presencia responde al compromiso que tomaron con Jesús el día que los hizo sentir especiales.

Los ojos de Andrés buscan desesperadamente alguien que no lo mire con desprecio. Es un ex adicto. No hay una droga en especial para él. Lo último fue el paco, que casi lo mata, antes la cocaína y primero la marihuana. "Dios es mi salvador, hace tres meses que no consumo, el Señor me sacó de las drogas y ahora estoy en una granja de rehabilitación", dice, vomitando las palabras con bronca y alivio al mismo tiempo.

"Mi mamá empezó a tomar cuando mi papá nos dejó. Se volvió alcohólica y mi casa era un infierno. Yo empecé a drogarme para escapar", reconstruye. La ropa le queda grande y su cuerpo está consumido por el paco. Recita con lucidez pasajes de la Biblia y reconoce que si no fuere por Dios hoy estaría "muerto o robando para seguir fumando".

Todos los días, nota que en la calle lo miran diferente. " El drogadicto si cambia; para la sociedad nosotros nunca nos vamos a curar, pero si para Dios", se reconforta. Él hizo las pases con Dios y esperar vivir lo mejor que pueda está vida para "ir al paraíso que nos espera a todos".

Angélica es otra de las "amigas del festival". Tiene una sonrisa contagiosa, rulitos bien teñidos y cortitos. “ El Señor hizo que mi hija se cure de epilepsia”, relata confiada en el poder sanador de una fuerza celestial “todopoderosa” que consiguió lo que la ciencia no pudo; todo un milagro.

“Yo cuido gente en los hospitales, una vez oré por una chica que estaba embarazada y tenía a su bebe muerto en la panza”, revive. “Ella sentía dolores y un feo olor, pero yo le toque el vientre y le dije va a ser un varón y hermoso”, complementa.

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Gracias al señor, explica, ese niño volvió a la vida. “Ahora, tiene 10 años y va a ser un gran ciervo de Dios, hasta tiene los ojos de Jesucristo”, confiesa emocionada, por el milagro en el que participó. De Palau sólo acota: es una gran bendición para los chicos y para los jóvenes, les va a tocar el corazón y los va a convertir en ciervos de Dios”, repite.