SOCIEDAD
Reverencia al sol y a la tierra

Todo el color de la fiesta del Año Nuevo mapuche

En Argentina existen aproximadamente 30 mil mapuches distribuidos a lo largo y ancho de todo el país. El 24 de junio estas comunidades celebran su día con una fiesta muy particular. Galería de imágenes. Galería de fotos

En San Martín de los Andes, Neuquén, la comunidad Curruinca lo celebra en el puente blanco, al que se llega caminando por el viejo camino de acceso al cerro Chapelco, unos 8 kilómetros al oeste de San
| María Paz Pazpeuscovich

Como todos los años, la comunidad mapuche se reúne entre el 20 y el 24 de junio para festejar el we tripantu que en mapuche significa “luz que vuelve”. Es la celebración más importante para esta cultura del hemisferio sur. Ayer se realizó una ceremonia en la capital de Neuquén, a orillas del río Limay y pudieron participar también gremios, asociaciones, amigos y compañeros que fueron invitados por las distintas comunidades.

En este festejo, el sol y las trece lunas del año son los principales elementos de la naturaleza y también las que determinan el día exacto de su reverencia. Por eso, cuando las noches comienzan a ser mas cortas y los días más largos, se los escucha decir que ha finalizado el período de cosecha y comienza una nueva etapa, la época de siembra. Según su filosofía, el sol nace con la llegada del invierno, se vuelve joven en la primavera, envejece durante el verano y comienza a morir en el otoño, cuando los arboles pierden sus hojas.

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Para esta cultura, tener conocimientos importantes sobre astrología y astronomía es indispensable para la decodificación del idioma de la tierra y posibilitar definir con exactitud la finalización y comienzo de cada etapa.

Los preparativos del we tripantu para darle la bienvenida al astro y pedirle por el año que comienza se organizan con anterioridad. A las seis de la mañana, un grupo importante de personas se reúne a metros del lugar elegido para caminar hacia un lugar sagrado llamado rehue.

Al llegar, todos comienzan a dar vueltas en círculo y en silencio alrededor de las ofrendas, y como lo indican los astros, en sentido contrario a las agujas del reloj, conforme a como se mueve el sol en este hemisferio. “La ceremonia consistente en un momento de conexión e interrelación con los espíritus de la naturaleza, los antepasados y el universo para agradecerle por la finalización de un ciclo de vida y permitir recibir el siguiente” , explicó Roberto Ñancucheo, director de Pueblos Originarios y Recursos Naturales de la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Así se da inicio al comienzo de la ceremonia con la “vestidura” del rehue con ofrendas, fuegos, plantas y banderas.

Luego de esta reverencia, hablan los “Loncos” o jefes de cada comunidad expresando sus sentimientos de pertenencia, lucha y perseverancia, inculcando a todas las generaciones presentes la importancia de conservar el medioambiente.”Queremos que toda la sociedad recapacite sobre el ciudadano, la naturaleza y el entorno”, reflexionó Ñancucheo.

Mientras tanto, un grupo de jóvenes (conas), hace de anfitrión para recibir a los invitados, ellos son los encargados de preparar el fuego y controlar que todo salga perfecto.

A media mañana, antes del almuerzo, se realiza uno de los rituales más importantes de la ceremonia, el baile del Choique Purrun, o danza del ñandú donde niños de entre 8 y 15 años bailan semidesnudos en el suelo sagrado el ritmo que les marca la pachamama.

Después de una larga jornada de agasajos a la tierra se comparten alimentos preparados para la ocación; asado con chicha (jugo de manzana fermentado), abundantes ensaladas y tortas fritas y el atardecer nos anuncia que ya está dada la bienvenida al we tripantu, al sol que nace, al año nuevo que vuelve.