SOCIEDAD

Un caso de cáncer frente a las vías de tren que TBA rocía con glifosato

Perfil.com publicó las quejas de los vecinos por el uso del herbicida. La enfermedad de Marta, que vive al lado de la línea Mitre fumigada, las confirma. Fotos. Galería de fotos

Marta y su marido. En 2009 le diagnosticaron cáncer. Hace años que observa la fumigación con glifosato desde su jardín.
| Andrés Settepani - Perfil.com

Las quejas y las denuncias de los vecinos sobre el uso de glifosato en las vías de TBA, tal como informó ayer Perfil.com, a algunos les parecerán exageradas. Pero el caso de una mujer con cáncer que vive en frente de la línea Mitre en la que se roció el químico, resulta irrefutable.

Marta Cardelo (64) se alegra por algo mínimo junto a su marido, el mozo parrillero Juan Alonso: “Cómo nos encantan las plantas, acá en las vías pusimos un jardincito con unos cactus. Siempre que pasaba la gente de TBA a rociar ese líquido teníamos que salir a pedirles por favor que no tiren en nuestro jardín. Por suerte, está intacto”. Sin embargo, el uso de herbicidas de TBA en sus vías con el glifosato como principal sospecha puede haberle costado a Cardelo algo más que sus amados cactus.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

A fines de 2009, Cardelo fue diagnosticada con un cáncer linfático. La coincidencia es llamativa: su casa queda justo enfrente al sector del ramal Mitre en la calle Brandsen donde personal de la empresa de los Cirigliano fue sorprendido rociando en plena fumigación.

Así fue la ruta de su enfermedad: “Me empecé a sentir mal, problemas de estómago y me fui al hospital Cetrángolo en Vicente López. Me descubrieron de casualidad una manchita en el pulmón. Después hizo metástasis en los ganglios. No lo podía creer. En la vida me fumé un cigarrillo y mi marido menos. Me dijeron que era inoperable, que había que avanzar con drogas”.

Cardelo comenzó su quimioterapia en agosto de 2010, duró seis meses en total. Hoy está recuperada, con un seguimiento médico constante. Pero al tiempo de su diagnóstico, las cuadrillas de desmalezamiento eran una constante en el barrio. Alonso recuerda: “Antes cortaban el pasto a máquina, pero desde 2007 que empezaron con esto del glifosato. Nosotros lo advertíamos. Te picaban los ojos y se te jodían las vías respiratorias. Yo tengo una rinitis aguda que los médicos no me pueden explicar. Y el de mi mujer no fue el único caso de cáncer sobre las vías tampoco”.

A una cuadra de distancia, Lucía Botali falleció de cáncer de pulmón en mayo de 2010. Tenía 72 años. Según su cuñada, Mary Colman, fue fulminante: “Estaba sana, Lucía era un roble. Y vino de golpe. Murió al mes del diagnóstico. Sospechábamos que el matayuyo de TBA tenía algo que ver. Cada vez que los veía con esos trajes de astronauta salía a correrlos”.

Hay un nexo claro entre el cáncer linfático y la exposición al glifosato, según Andrés Carrasco, investigador principal del CONICET y jefe del laboratorio de Embriología de la UBA. No es el debut de Carrasco en el tema. En 2010, su estudio del glifosato en embriones de anfibios y pollos arrojó resultados escalofriantes: microcefalia y ejemplares de un solo ojo. Al enterarse del caso de Cardelo, no se sorprende: “Es linfático, ¿no?”.

El investigador explica: “En grupos de personas en Córdoba y Santa Fe, de gente expuesta al glifosato, personas que andan en el avión fumigador o con el rociador al hombro, se realizaron tests cometa, un examen molecular que determina la integridad del ADN. Y en estos grupos se observó una alteración genética fuerte, una fragmentación. El ADN se recompone a sí mismo, hay una maquinaria que lo repara. Si se deja de reparar, no hay forma de preveer qué puede pasar. Y los frentes sanguíneos y linfáticos son los más vulnerables. Por ende, ocurren leucemias y linfomas”.

El científico arroja un dato oficial para aclarar aún más el vínculo, nacido de un estudio sobre la población de La Leonesa, Chaco, a 60 kilómetros de Resistencia, de producción arrocera con semillas transgénicas y alta exposición al glifosato. La cifra emerge de la Comisión de la Investigación de Contaminantes del Agua, formada por decreto del gobernador Jorge Capitanich: “En La Leonesa, el cáncer linfático en adolescentes y niños aumentó un 300 por ciento. Pero a esto nadie le da atención. Con el cáncer no se hace epidemiología”.

Fuera de la ley. En septiembre de 2011, tras denuncias de vecinos, personal policial y de la Secretaría de Gestión Territorial y Medio Ambiente del Municipio interceptó una cuadrilla de fumigación en plena tarea. Se labró un acta contravencional y se incautó el equipo y los bidones de químicos. TBA operaba fuera de la ley. La ordenanza 10292/10, firmada once meses antes por el Concejo Deliberante prohibe “expresamente” el uso de agroquímicos en terrenos ferroviarios.

Hoy, en Medio Ambiente de San Fernando no están contentos. Un funcionario reveló a Perfil.com: “Es un problema de años. Los de TBA nos admitieron que es glifosato, pero hasta nos dijeron de la forma en que lo usan, muy diluido en agua, no pasa nada, que no es cancerígeno. Tomamos nota de las denuncias de los vecinos la semana pasada y los citamos el viernes pasado para que la corten. El tipo de la empresa que tenía que venir nos clavó. Dijo que había tenido un accidente”.

(*) Especial para Perfil.com