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Ee.uu. y valijagate, crisis en el ejercito y paz con Alberto fernandez

Vueltas y revueltas

La brutal crisis económica que se originó en la burbuja de las hipotecas en los Estados Unidos y se extendió por todo el mundo ha ocupado parte de los últimos discursos de la Presidenta. En ellos, la Dra. Fernández de Kirchner les pasó la factura a algunas de las apreciaciones de quienes, formando parte de consultoras, fustigaron la política económica del Gobierno.

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La brutal crisis económica que se originó en la burbuja de las hipotecas en los Estados Unidos y se extendió por todo el mundo ha ocupado parte de los últimos discursos de la Presidenta. En ellos, la Dra. Fernández de Kirchner les pasó la factura a algunas de las apreciaciones de quienes, formando parte de consultoras, fustigaron la política económica del Gobierno. En este sentido, a la Presidenta le asiste la razón. Algunos días antes de su estrepitosa caída, la filial de Lehman Brothers en la Argentina –que encabeza Guillermo Mondino, un hombre afín a Domingo Cavallo– había fustigado duramente a la economía de nuestro país. Otro dato paradójico es que el aislamiento internacional de la Argentina esta vez la ha beneficiado.

En lo que se equivoca la Presidenta es en la forma de presentar. Y la forma, muchas veces, es también una cuestión de fondo. El dejo de regocijo con el que expresa sus críticas se nota. “Es que para los Kirchner esto es una victoria ideológica y lo viven con aires futbolísticos”, resume alguien desde las entrañas del poder. De ahí que uno de los interrogantes de la semana que comienza sea cómo Cristina Fernández de Kirchner se va a parar frente al tema de la crisis económica, tanto durante su mensaje ante la Asamblea General de las Naciones Unidas como ante los empresarios que asistan a escucharla al almuerzo del Consejo de las Américas en la ciudad de Nueva York.     
Lo que el Gobierno debería comprender es que esto no es algo que vaya a durar para siempre y que nadie puede asegurar que el país sea totalmente indemne a estos avatares.
En el Ministerio de Economía, las voces que con realismo siguen la evolución de este cataclismo expresan un alerta lógico. “Hasta hoy no nos ha tocado. Pero nadie puede asegurar que si esto persiste en el tiempo no nos vaya a complicar, debido a que la recesión que sobrevendrá va a afectar los precios de las commodities (materias primas), de cuya exportación es tan dependiente la economía de nuestro país y la política fiscal del Gobierno.” Esto mismo lo ha terminado de reconocer el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino quien, en sus apariciones públicas, se ha mostrado prudente y criterioso.       
En este sentido, en el Gobierno se están reevaluando las condiciones en las cuales se afrontará el pago de la deuda con el Cub de París. El pago ha sido descartado. El escueto comunicado del “Club” del viernes último, en el que acepta –¿qué otra cosa podría haber hecho?– el pago, tiene una entrelínea que hay que leer con atención. Nada dice de la cifra y habla de negociaciones que deben seguir al anuncio de la Presidenta. Con respecto a la cifra, la disputa ya es conocida. En relación con la negociación, quienes conocen la trastienda de todo esto indican que inexorablemente aparecerá el tema de los bonistas que quedan por fuera del arreglo de 2005, los ya cuasi famosos holdouts.
Ahí habrá mucha discusión y mucha plata en juego. 

El proyecto de ley de Presupuesto para el año 2009 que el Gobierno envió al Congreso tiene todavía puntos poco claros. Uno de ellos ha sobresalido hasta aquí: es el del tren bala.
En el texto enviado hay un rubro destinado a la Administración de Infraestructura Ferroviaria que totaliza unos 2 mil millones de pesos. La Jefatura de Gabinete se encargó de hacer saber urbi et orbi que ese dinero estaría dedicado al mantenimiento y mejoramiento de la actual maltrecha red ferroviaria, fuente del padecimiento diario de millones de ciudadanos y ciudadanas. No bien se conoció esto, el secretario de Transporte de la Nación saltó de su sillón como impulsado por un resorte. Teléfono en mano, pues, el mismísimo ingeniero Ricardo Jaime –que de él se trata– se comunicó con varias redacciones de diarios de Buenos Aires con el objetivo de hacerles saber que el ítem del tren de bala de ninguna manera estaba parado o excluido del proyecto de Presupuesto del 2009. Tan enfático y categórico fue que dio el detalle desagregado de lo contenido en el proyecto en cuestión. Por lo tanto, explicó que de la antes mencionada cifra de 2 mil millones de pesos, 400 irían para el mantenimiento de la red actual y el resto, es decir 1.600, irían destinados al tren bala.
“La intervención mediática de Jaime fue una locura porque salió a contradecir al jefe de Gabinete y esto, en última instancia, es contradecir a la Presidenta”, confiesa una voz desde un despacho de la Casa Rosada. La situación, insólita, no es novedosa dentro de la administración de los Kirchner. Ya Moreno lo hizo otras veces. Es una muestra indiscutible del poder del ministro de Infraestructura y Planificación Federal, Julio De Vido. “Es que De Vido y Jaime son dos males necesarios”, concluye esa misma voz.
En este punto ha sido significativa la renuncia del diputado Walter Agosto a la presidencia de la Comisión de Presupuesto de la Cámara baja. Agosto es un hombre respetado tanto por oficialistas como por opositores. Fue ministro de Hacienda de la provincia de Santa Fe durante la gobernación de Jorge Obeid. Ya venía mal con todo el manejo de la Resolución 125. El Decreto de Necesidad y Urgencia por el cual la Presidenta amplió el Presupuesto de 2008 en 36 mil millones de pesos fue la gota que derramó el vaso. Hartado de todo este manoseo, se fue de la comisión.
Más allá de su alineamiento con Reutemann, ésta es una muestra de las resistencias que, en los legisladores oficialistas, produce el manejo en base a la obediencia debida en el cual aún insisten los Kirchner.
El retiro del general Roberto Bendini es algo que debería haber ocurrido hace rato.
No se hablaba con la ministra de Defensa, Nilda Garré, y su situación judicial había sido, desde el comienzo de la gestión de Néstor Kirchner, muy delicada. La causa por la que se lo investiga data de 2003, cuando Bendini estaba al mando de la Brigada Mecanizada de Río Gallegos, y se refiere a un retiro de fondos de la cuenta que la Brigada tenía en el Banco de Santa Cruz a una cuenta privada.
El dinero fue luego repuesto pero nunca quedó claro el motivo por el que se produjo la extracción de ese dinero, que alcanzaba a la suma de 500 mil pesos. Se lo acusa, por lo tanto, del delito de peculado, que consiste en el retiro de dinero del fisco por parte de aquel a quien le está confiada su administración.
El peculado tiene una pena de hasta diez años de prisión.          
Tal vez la ministra, quien está implementando medidas drásticas e impulsando la investigación de un resonante caso de corrupción en el Ejército, punto de partida de un sistema de contrataciones de bienes y servicios que ya le ha costado el relevo a cuatro generales y a varios oficiales superiores, haya vivido esto como una victoria.
Se equivocó. A Bendini lo reemplaza su segundo, general Luis Pozzi, cuya designación fue sugerida por el mismo Bendini. Otro dato: el anuncio del nuevo jefe del Ejército fue hecho por el jefe de Gabinete. Durante todo el episodio, la Dra. Garré estaba en Chile participando de ceremonias militares.
Bendini era el hombre de Cristina y Néstor. Su eyección de la Jefatura del Ejército ha sido, para los Kirchner, una cachetada.   

La reunión
“La relación entre Alberto y Néstor es como la de dos novios que se han peleado. Durante quince o veinte días tal vez no se comunican. Pero al final, se vuelen a hablar.” Así grafica una fuente que los conoce bien la circunstancia que une al ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, con el ex presidente en funciones, Néstor Kirchner.
La charla que tuvieron la semana que pasó en la Quinta Presidencial marca el fin de un distanciamiento que tuvo alta intensidad. Baste recordar, como ejemplo, que una reunión que Alberto Fernández había organizado con algunos miembros del gabinete de Cristina fue brutalmente boicoteada por Néstor Kirchner. El encuentro forma parte, a su vez, del operativo reconciliación en el cual está embarcado el ex presidente en funciones. La finalidad es clara: las elecciones legislativas de 2009 que definirán la viabilidad del proyecto de continuidad en el poder de Néstor y Cristina más allá de 2011. 
Nota al pie: en relación con todo este armado electoral hay que prestar atención a los movimientos del vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Osvaldo Balestrini.
El rearmado del Partido Justicialista bonaerense pasa, hoy en día,  por sus manos. Es él quien maneja los hilos del poder real, y los intendentes del Conurbano le responden con fidelidad. Esto genera un enorme y creciente malestar con el gobernador, Daniel Scioli, a quien, desde los sectores que le responden a Balestrini, le critican su falta de gestión.   

“Néstor había quedado muy enojado con Alberto cuando éste se fue. El hecho de que un funcionario del Gobierno hubiera decidido irse por sí solo es algo que no entra en el concepto político de los Kirchner. Néstor se sintió traicionado. Por eso le boicoteó algunas movidas de Alberto en la Capital Federal para rearmar su tropa. La respuesta a esto la dio Alberto con algunas reuniones en territorio bonaerense que disgustaron a Néstor”, agrega la misma fuente.
La reunión de esta semana había estado precedida por dos conversaciones telefónicas entre los dos. El clima del encuentro fue cordial. Fue una reunión que preocupó al tándem De Vido-Jaime con quienes Alberto Fernández nunca se llevó bien.
Entre lo conversado allí, estuvo el pedido de Néstor para que el ex jefe de Gabinete se hiciese cargo del PJ porteño. Hay quienes sostienen que también se analizó la situación del superintendente de Servicios Sociales, Héctor Capaccioli, sacudido por el episodio del aporte a la campaña electoral de Cristina por parte de Sebastián Forza, uno de los asesinados en la horrible masacre de General Rodríguez. Además, el ex presidente en funciones le pidió opinión a Alberto Fernández sobre la gestión gubernamental de Cristina.
Alberto, entonces, insistió con sus críticas a la gestión del matrimonio presidencial. Básicamente, los puntos más importantes de sus objeciones pasaron por cuatro ítems, a saber:      

  • - El INDEK
  • - La inflación.
  • - Moreno.
  • - Mayor institucionalidad.

“Quiero recuperar al Néstor de antes cuando comenzamos a hacer kirchnerismo. Ahí pensamos en hacer política por arriba de las estructuras partidarias y tener en cuenta los movimientos sociales. Ahora están haciendo todo al revés. Se refugian en el PJ y le dicen a la gente que los precios no aumentan cuando la inflación se nota a diario”, les dijo Alberto a los suyos, en una reunión en su departamento cuando caía la tarde del  viernes pasado. Quienes allí estuvieron se fueron con la percepción de que a Néstor lo que Alberto le dijo le gustó tan poco como la nada. ¿Alguien pudo haberse sorprendido por eso? 

Producción periodística:
Guido Baistrocchi.