DEPORTES
san antonio va por el titulo

Ginóbili y sus amigos saben cómo gastar la última bala

Los Spurs lideran la serie regular de la NBA, a pesar del alto promedio de edad de sus tres líderes. Buscan un anillo más para una generación que ya ganó tres.

Protagonismo. La lesión de Parker obligó a Manu a jugar más minutos. Su nivel sigue creciendo.
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Un día después de que San Antonio fuera eliminado por Oklahoma en las finales de Conferencia del Oeste de la temporada pasada, le preguntaron a Emanuel Ginóbili, sin vueltas, si todavía les quedaba una bala. Pregunta arriesgada: Manu no había dormido en toda la noche (como siempre le pasa después de cada derrota dura) y su cara denotaba desilusión y fastidio. Pero sin pensarlo demasiado contestó: “Por supuesto, siempre quedan balas”. Y cerró el tema. Esa tarde, el DT Gregg Popovich despidió al plantel con una sonrisa.

Luego llegaron las novedades del mercado y las primeras dudas: Dwight Howard y Steve Nash pasaban a los Lakers, para sumarse a Kobe Bryant y Pau Gasol. ¿Cómo podrían los Spurs ofrecerle paridad al equipo mejor reforzado de los últimos años? ¿Cómo podrían enfrentar de igual a igual a rivales de Conferencia con tanta proyección como Oklahoma o Clippers? Las preguntas no tenían respuesta.

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En la temporada baja, la franquicia lejos estuvo de realizar grandes movimientos. Apenas contrató al base francés Nando De Colo y se encargó de renovar a algunas de sus figuras. Típicas decisiones del manager, RC Buford. Los especialistas, entonces, comenzaron a escribir distintos epitafios por el fin de la dinastía. Con tanto veterano en el plantel y tan poco refuerzo, el destino de fracaso parecía inexorable. Qué error.
Hoy los texanos miran al resto desde lo más alto del Oeste, con el mejor récord de toda la liga y buenas probabilidades de terminar la fase regular en el primer puesto.

Argumentos. El equipo de San Antonio rompe todos los esquemas de la NBA. Rompe con la doctrina marketinera de construir héroes de musculosa (la estrella, Tim Duncan, siempre anda con cara de recién levantado) y rompe, sobre todo, con aquello de pregonar el show por sobre cualquier aspecto deportivo. En este apartado Popovich se ha convertido en un provocador: cómo olvidar la noche en que guardó a Emanuel Ginóbili, Tony Parker y Duncan en el duelo ante el campeón Miami, con televisación para todo Estados Unidos. El comisionado David Stern lo multó por no respetar el espectáculo, pero al DT no le importó ni un poco. Como tampoco le importa quedar bien en las notas que lo obligan a dar entre cuarto y cuarto: contesta monosílabos hasta incomodar al periodista. Su rebeldía enfurece al séquito dirigencial. De eso también disfruta Pop.

La NBA, como empresa, lucha por imponer un modelo que genere rentabilidad. Las volcadas de LeBron James se consumen en todo el mundo, los tiros ganadores de Kobe Bryant abren nuevos mercados, pero el estilo FIBA de los Spurs conspira contra los niveles de audiencia. Allí radica la base de su éxito: en la defensa, en el compromiso colectivo, en el “uno para todos”. Y si bien Parker –antes de la lesión que lo mantendrá un par de semanas más fuera de la cancha– estaba jugando para ser considerado MVP (21 puntos de promedio por juego), hay otros seis jugadores del plantel que promedian más de diez puntos (Duncan, Ginóbili, Kawhi Leonard, Dany Green y Tiago Splitter). Debe ser el único equipo de toda la liga capaz de sostener su estructura de juego más allá de cualquier baja.
Quizás, los texanos fracasen en su apuesta por el anillo, tal vez se queden sin nafta y no lleguen siquiera a la final de la Conferencia, como pronosticaron casi todos los eruditos. Pero hay una batalla que ya fue ganada: el equipo que se caía a pedazos, en este momento, es el mejor de la NBA. Mezcla de experiencia y juventud, de sabiduría y mesurada desfachatez, domina desde el silencio, como lo exige su perfil. Tal vez de eso se reía Popovich cuando despidió al plantel aquella tarde de junio de 2012, antes de tomarse vacaciones: de que sabía que los darían por muertos.