POLITICA
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Hebe de Bonafini y Hugo Moyano, las dos caras de un funeral histórico

Ella lo despidió como si fuera un hijo. Él, se acercó (sin suerte) a la viuda. Así expuso la frialdad del gobierno con el supuesto responsable de la última pelea.

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Bonafini y Moyano. Cara y contracara en el adiós a Néstor Kirchner. | Cedoc.

Ella lo quería como a un hijo. Para él, era un “compañero” peronista. Ambos habían compartido mucho con el ex presidente Néstor Kirchner, pero el abrupto final de su vida los encontró a ambos en situaciones disimiles. Mientras la titular de Madres de Plaza de Mayo mantuvo hasta el último minuto una relación excelente con el patagónico, el camionero fue el que lo habría hecho rabiar pocas horas antes de su muerte. Hebe de Bonafini y Hugo Moyano fueron las dos caras de un funeral histórico.

Así lo hizo sentir y transmitió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando el ataúd de su difunto esposo era velado en la improvisada capilla ardiente del salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada.

Moyano y Hebe, dos alfiles K, son la síntesis perfecta del abanico ideológico que contenía la figura del ex presidente. El camionero, surgido de la juventud sindical en los 70, una organización vinculada con la derecha peronista y la Triple A, cuyo fantasma todavía persigue al líder de la CGT. La virulenta Madres representa todo lo opuesto: la lucha contra el terrorismo de Estado en los años más oscuros de la historia Argentina y el ala izquierda del oficialismo.

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Para Moyano, distancia. Moyano llegó temprano a las 11:39, casi junto con la mandataria. El desfile incesante de personas ya había comenzado hacía poco más de una hora. La corona de claveles rojos y blancos del camionero yacía frente a la Casa Rosada. Él se acercó a Cristina que, inmóvil, jamás sacó su vista del féretro, ni siquiera cuando acercaba su oído para escuchar al camionero, que le hablaba sin respuesta.

CFK estaba gélida mientras Moyano tocaba con su mano izquierda el cajón cerrado, cubierto por una bandera, la banda presidencial y el bastón de mando de Kirchner. Ella nunca lo miró a los ojos, ni siquiera para agradecer las palabras de la CGT que el día anterior, de boca de Moyano, había sentenciado: “Después de Perón y Eva Perón, nadie le dio tanto a los trabajadores como Néstor Kirchner”. Ante la barrera de silencio, Moyano le tocó el hombro, susurró algo a su oído y se fue, mientras los jóvenes cantaban: “Cristina, corazón, acá tenés los pibes para la liberación”.

En el fondo, ambos sabían qué pasaba: la noche anterior al paro cardíaco que lo mató, Kirchner había discutido a los gritos con Moyano por teléfono, que le reprochaba su falta de apoyo en la presidencia del PJ. “Se acostó alterado”, dijeron en el entorno del patagónico. Horas después falleció de “muerte súbita”, dejando un inmenso vacío.

Amor de Madres. El caso de Hebe fue otro. Todo lo contrario. Apenas la vio, Cristina caminó hacia ella, y se fundieron en un cálido abrazo. Hebe estaba devastada y se quebró emocionalmente. "No llores, no llores, hay que ser fuertes", le dijo la Presidenta. Era en vano, dirigente de 82 años lloraba desconsolada en su hombro.

Apenas se conoció la muerte de Kirchner, Hebe dijo que "todos los recuerdos que tengo de él son buenos y lindos". Más tarde, en la marcha en Plaza de Mayo, prometió “dar hasta nuestra última gota de vida y sangre para defender la patria; como nuestros hijos dejaron su sangre. Y hoy Néstor Kirchner es un único y queridísimo hijo para nosotras".

Mientras Hebe y las Madres daban su último adiós a K, Moyano aprovechaba para reencausar su relación con los directivos de la UIA y afirmaba que la muerte del ex presidente abría una nueva etapa en la Argentina. Los empresarios lo notaron “manso”. Estaba dolido por la pérdida y confundido por la distancia que le había puesto la Presidenta. Días más tarde, desde la pantalla del ultraoficialista 6.7.8 Moyano fue tajante: “No discutí con Kirchner. Han dicho cada disparate. En ningún momento. Fue una conversación normal”.

Los gestos, palabras, distancias y emociones del velatorio de Kirchner despliegan un sinfín de interpretaciones, pero la actitud de la Presidenta pueda revalorizar una frase que Hebe de Bonafini lanzó hace ya algún tiempo. “Moyano va a ser un traidorazo”, dijo desde Plaza de Mayo. “Por las dudas yo no le daría la espalda”, agregó la visceral mujer.

En el momento más duro de su vida, CFK pareciera haberle hecho caso a Hebe.