POLITICA
el derrotero judicial del ex ministro

Un juicio en marcha y otros dos que complicarán su futuro

Atrapado, amargado, impotente. Así se siente Julio De Vido en su cama del Hospital Penitenciario de Ezeiza, desde que el miércoles pasado se entregó en los tribunales de Comodoro Py

De Vido fue detenido ayer.
De Vido fue detenido ayer. | Cedoc

Atrapado, amargado, impotente. Así se siente Julio De Vido en su cama del Hospital Penitenciario de Ezeiza, desde que el miércoles pasado se entregó en los tribunales de Comodoro Py. Ya parece historia cuando aquella tarde la Cámara de Diputados le quitó los fueros en lo que para él fue un show montado desde las más altas esferas del Gobierno. Pidió mandar champagne para “la doctora Carrió y Magnetto”, y acusó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullirch, de haber organizado un “escarnio público” para su arresto “por orden del presidente Mauricio Macri”. Todas esas escenas pasan por estas horas por su cabeza, arrumbado en la habitación del hospital y a la espera de que elijan cuál será la cárcel donde lo alojan.

Sus abogados Maxiliano Rusconi y Gustavo Palmeiro preparan la artillería legal en busca de sacarlo de prisión lo antes posible. Pero no tienen certezas de lograrlo y por eso ya contactaron a organismos internacionales de derechos humanos. En tribunales, además, se especula con que puedan ordenar su arresto en alguno de los otros expedientes en los que está imputado, para complicarle una eventual salida. Ya está siendo juzgado por Once, el año que viene tendrá que sentarse en el banquillo por la compra de trenes chatarra y se viene el pedido de elevación a juicio por la megacausa de la obra pública.

“De Vido está convencido de que su detención fue un mensaje aleccionador en donde se han complotado todos los poderes: el Ejecutivo señalando, el Legislativo accionando y el Judicial ordenando detenciones en causas sin condenas”, dicen en el entorno del diputado.

Pese a ese horizonte negro, los abogados de De Vido apelaron en las últimas horas el procesamiento, la prisión preventiva y embargo que dictó el juez Claudio Bonadio por sobreprecios en la compra de Gas Licuado. Lo mismo ya hizo Roberto Baratta, la mano derecha de De Vido detenido cuatro días antes de las elecciones y el más claro anuncio para el ex ministro de que sus días en libertad se terminaban. Según pudo saber PERFIL, el fin de semana de las elecciones desde el entorno de Cristina Kirchner buscaron comunicarse con el ex ministro, pero él no atendió. 

Con la expectativa de lo que puedan resolver los camaristas de la Sala I Jorge Ballestero y Leopoldo Bruglia sobre su excarcelación por el caso del gas, la defensa de De Vido resolvió aguardar diez días a la definición procesal que tome el otro juez que lo detuvo, Luis Rodríguez, por el caso de la mina Río Turbio. Abrigan la esperanza de que el magistrado acepte el sobreseimiento que le pidió De Vido. O al menos una falta de mérito. En tribunales lo ven poco probable teniendo en cuenta el rumbo que le marcó la Sala II de la Cámara Federal cuando encomendó arrestar al ex ministro.

Aquel fallo, que habla de los espacios de poder del que aún pueden gozar los investigados por corrupción para interferir en la Justicia, se ha convertido en el dolor de cabeza de todos los ex funcionarios kirchneristas imputados, incluida la ex presidenta.