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la dama del ajuste

La vida secreta de Christine Lagarde secreta: fue campeona de nado sincronizado

Es vegetariana y fue campeona de nado sincronizado en su juventud.Tiene dos hijos y su actual marido es empresario. Tuvo un “desliz” judicial siendo ministra de Sarkozy.

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Lapsus. Dice que no toma alcohol, pero hace un mes se fotografió cerveza en mano en Dublin. | cedoc

Al despertar hace 20 minutos de yoga. Seguramente, el día que le espera a Christine Lagarde será largo, pero ese momento de conexión –por lo general minutos después de las seis de la mañana–, le dan la carga energética necesaria, el cable a tierra para enfrentar su agenda diaria como directora del Fondo Monetario Internacional.

Lagarde, la primera mujer en liderar el FMI, la que “retó” hace poco al propio Nicolás Dujovne por no tener mujeres en su equipo, completa la rutina durante el día con varios ejercicios en la oficina. Sin embargo, su secreto mejor guardado, dicen, es una microsiesta que se toma para cortar la jornada. “Me acuerdo que decía: ‘No quiero recibir ningún llamado por 10 minutos’. Se dormía y nadie lo sabía”, reveló su asistente hace unos años.

Si Anne Krueger, la otrora inflexible número dos del Fondo en 2001, representaba el ala dura del organismo en tiempos de otra crisis; Lagarde, la número uno del presente, mantiene esa firmeza sin dejar una impronta sofisticada que conjuga preparación con estilo.   Con 1.80 m de altura, figura esbelta, encanto elegante y un look chic sin estridencias  –quiérase o no– es la mujer que maneja la economía argentina.

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Enamorado de Christine Lagarde.

Nació en Lalouette en París el 1º de enero de 1956. Hija de un profesor universitario de literatura británica y una maestra de francés, creció en Le Havre, una ciudad portuaria del norte de Francia. A los 17 años obtuvo una beca para cursar un año en el colegio Holton Arms de Bethesda, en las afueras de Washington.

De regreso a Francia estudió Ciencias Políticas en Aix-en-Provence y se licenció en Derecho. Hay una faceta poco conocida: su pasado como deportista. Lagarde fue campeona de nado sincronizado en su adolescencia, época desde la que aprendió a mantener un estilo de vida saludable.

Hermana mayor entre tres varones, desde chica aprendió a hacerse un lugar en un universo masculino. “Aguanta el dolor y no te olvides de sonreír”, le repetía incansablemente su entrenador de natación sincronizada. El nado de competición había sido la forma que su padre encontró para mantenerla alejada, en 1968, de las revueltas del Mayo Francés. Un año después, ella ganaba la medalla de bronce del campeonato de Francia de esa disciplina.Desde aquel entones, cuida su alimentación con una dieta vegetariana. Mujer coqueta, Lagarde la chaqueta de tweed de Chanel –de unos ses mil euros–de tweed es su sello personal; también alguna joya discreta como accesorio y a veces una cartera Hermès. Pero su debilidad, que ella llama droga, es el chocolate.

Vanguardista. En materia de cambios, Lagarde ya había sido “la primera mujer” en ámbitos y trabajos anteriores al Fondo. En 1999, con sólo 43 años, fue la primera mujer en dirigir el gigantesco despacho de abogados Baker & McKenzie de Chicago. En 2007, le ocurrió lo mismo al jurar como ministra de Economía y Finanzas en Francia, en el gobierno de Sarkozy. “Una Ferrari”, la definía el mandatario.

Con cada cambio y crecimiento, ella necesitó –los años de nadadora no fueron en vano– tener siempre consigo un elemento: el agua. Por eso cuando dejó el Ministerio de Economía para ir al FMI, alquiló un departamento en Washington con acceso directo a una pileta y vistas al río Potomac. Que no le falte ni el agua ni la comida vegana: frente a su oficina en esa ciudad es asidua de un restó con este tipo de comidas.

Christine Lagarde teme una nueva crisis en la Argentina.

Víctima de cierta sinceridad, Lagarde fue centro de críticas cuando, siendo ministra y en plena crisis económica, recomendó a los franceses “usar más la bici” ante el aumento del precio de la nafta.

Y si se trata de puntos oscuros en su currículum, tiene uno conocido:  una condena judicial por “negligencia en la desviación de fondos públicos” en un arbitraje particular hacia el empresario Bernard Tapie, cercano a Sarkozy. Quienes no simpatizan mucho con ella suelen referirse con animosidad a una alfombra animal print acebrada que tuvo en algún tiempo en su oficina, según ella misma, parte de una decoración que obligaba a los “pequeños hombres grises” a levantar los ojos del piso y mirarla a ella.  Lagarde supo llevar adelante sus convicciones sobre los derechos e inclusión de la mujer. Durante su paso por el gobierno galo, le preguntaba a cuanto CEO iba a verla: “¿Cuántas mujeres hay en el consejo de su empresa?”.

Chiristine se casó y divorció dos veces. De su primer marido, con Wilfrid Lagarde, conserva el apellido y sus dos hijos: Pierre-Henri y Thomas. Ambos crecieron junto a su padre en París cuando a finales de los ‘90 Christine se mudó a Chicago. “Cuando mis dos hijos eran chicos, cada uno de mis viajes profesionales eran una maratón. Tenía que ocuparme de la larga lista de asuntos domésticos”, dijo esta mujer quien desde 2006 está en pareja con Xavier Giaconti, un empresario marsellés. “Los hombres de mi vida han tenido dificultades para aceptar mi éxito”, reconoció Lagarde que se fue convirtiendo en una celebridad en el mundo de las finanzas. Algo que le permitió ingresar en el club históricamente masculino de los directores del FMI. Asumió el  5 de julio de 2011 y para ese entonces ya había dejado de ser “Madame la Marquesa”, apodo despectivo que la persiguió cuando era ministra. El año pasado, según Forbes, se ubicó entre las diez mujeres más poderosas del mundo.