En el laboratorio de encuestas y estudios de opinión pública que atesora Horacio Rodríguez Larreta son optimistas: de las primeras diez figuras políticas del país, al menos cinco son de Juntos por el Cambio. Y una de ellas, que aparece en el top five, es una sorpresa para la oposición: el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós.
Según los números que mostró el secretario de Comunicación, el joven Federico Di Benedetto, a la “mesa chica” del jefe de Gobierno porteño, Larreta es el opositor y el dirigente político con mejor diferencia de imagen –entre positiva y negativa– del país, y una serie de figuras de Juntos por el Cambio emergen en el top ten: Diego Santilli, María Eugenia Vidal, Martín Lousteau y el propio Quirós. Con un dato adicional: la imagen negativa del ministro es prácticamente nula. Quien lo conoce, tiene una buena imagen. En particular, vinculada a la idea de que es “el médico de familia que cuida ante el coronavirus”, según explican las fuentes porteñas sobre los estudios cualitativos.
Acaso por ello, la figura del ministro de Salud comenzó a sobrevolar para una hipotética candidatura el año que viene o, más aún, para 2023. Entre sus íntimos, Quirós lo descarta de plano y el propio Larreta ya le dijo a PERFIL, hace quince días, que “no es momento de hablar de candidaturas en medio de una pandemia”.
Cerca del ministro que le tocó enfrentar el coronavirus confían que no estaba al tanto de que lo mandaron a medir en las encuestas del Gobierno porteño, que no está interesado en salir de los temas estrictamente sanitarios y que no está dispuesto a cambiar su perfil vinculado a la salud, lo que le dio una profesión pero también una forma de vida. “Nunca quise ser famoso”, suele bromear Quirós.
“No me lo imagino, siquiera lo pensé, y no es algo que me interese”, le dijo el ministro a un grupo pequeño de asesores en el momento que se enteró de que había estado en el pool de dirigentes con mejor imagen. En ese sondeo reservado también surgió una duda: cuánto de ese imagen positiva tiene que ver estrictamente con la pandemia y, si es que le toca saltar a la arena político-partidaria. La “lealtad” a Larreta es su único lema en lo que refiere a la política por fuera de la cuestión sanitaria.
“En la pandemia Horacio se divierte discutiendo números y estadísticas con Fernán”, cuenta una fuente oficial con despacho en Uspallata, la sede gubernamental en Parque Patricios. Ambos coinciden, en general, en la forma de resolver problemas. No son amigos pero suelen tener estructuras de pensamiento similares. También es de los pocos que es capaz de alzar su voz en el gabinete porteño si no está de acuerdo con un planteo. “¿Qué creés que va a pasar?”, fue la pregunta que más escuchó de boca de Larreta en esta pandemia.
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No está afiliado a ningún partido. Siente admiración por los “valores” que expresa la UCR y, en particular, por Raúl Alfonsín. Incluso, pudo atenderlo como médico. Fue en los años en que su jefe en el Hospital Italiano, Mario Cámera (hermano de Luis, actual miembro del equipo de asesores del Presidente) se había transformado en el médico personal del ex presidente radical y a Quirós le tocaba atender a la madre de Alfonsín. En no pocas ocasiones, también le tocó atenderlo.
Su salto a la esfera pública no fue fácil: tras más de 20 años en el Italiano, donde se transformó en la referencia en medicina interna, en noviembre de 2015 su amigo, Roberto Gigante, en ese entonces jefe de Gabinete del Ministerio de Hacienda porteño, lo llevó al bar Pizza Cero –a metros de la casa de Larreta–. “¿Qué pensás que hay que hacer con la salud en la Ciudad?”, le preguntó el recientemente electo jefe de Gobierno. Tras unos minutos de explicación, Larreta le respondió: “Ok, vamos a trabajar muy bien juntos”. Y se fue a otra reunión. Luego, el gremio Médicos Municipales lo vetó y se quedó trabajando como asesor directo del jefe comunal hasta que en 2019, de forma natural, pudo asumir formalmente en el ministerio.
Hoy cree que ser candidato solo lo evaluaría “si tiene sentido” y si le quedan ganas de hacerlo. “Soy un librepensador”, ha dejado traslucir a sus interlocutores. Dedica, fuera de su rol como ministro, largo tiempo a leer papers de salud, pero también al running, sus tres hijos y, cuando se podía antes del Covid-19, el fútbol (juega como un cinco duro de roer). A tal punto que, aunque tiene nueve hermanos de River, es el único hincha de Boca Juniors.