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Agenda del jefe de gobierno porteño

Rodríguez Larreta planifica un año con más peleas, ajuste y una trabajosa unidad opositora

Se tomó unos días de descanso en Cariló con sus hijas. Tiene la mira en los cruces con el gobierno nacional y en preservar intacto Juntos por el Cambio. Acercamiento con Macri.

Rodríguez Larreta, reponiendo fuerzas en Cariló. Lo espera un año duro.
Rodríguez Larreta, reponiendo fuerzas en Cariló. Lo espera un año duro. | Twitter: @superavitfiscal

Será menos de una semana. Pero descanso al fin. Tras un 2020 que lo tuvo como una de las figuras políticas más importantes, Horacio Rodríguez Larreta decidió tomarse unos días en Cariló junto a sus dos hijas, Serena, la más pequeña, y Paloma, alejado del ruido de la Ciudad que gobierna.

Su alejamiento de Bárbara Diez trajo, entre otras consecuencias, que en la sede de Parque Patricios, se pueda ver dos o tres veces por semana a Serena jugando a las escondidas entre los despachos. Hasta lo acompañó al Parque Indoamericano la última semana del año. Se lo ve jovial: innovó con la barba (siempre al ras) y empezó a usar zapatillas o zapatos sin medias. La remera ya es una marca indeleble y hasta fue objeto de marketing político en 2019.

De todos modos, para Larreta fue un año intenso desde lo personal, pero también desde lo político: la pandemia y, sobre todo, la pelea con el oficialismo lo depositaron en un lugar privilegiado de la política.

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El escenario que le proporcionó el Gobierno nacional, dice entre sus íntimos, jamás pensó que iba a llegar tan rápido: su figura nacionalizada, casi en cadena nacional. Se puso de la vereda de enfrente del Frente de Todos “sin perder mi convicción sobre la moderación y un discurso anti grieta”, recuerda sobre la primera conferencia a comienzos de septiembre, cuando anunció que iría a la Corte para frenar el recorte de fondos de coparticipación.

El cambio de estrategia se dio justo cuando, con su equipo, Larreta ya analizaba endurecerse frente al oficialismo tras una serie de fotos con el Presidente y el gobernador Kicillof. La ofensiva con los fondos le dio la excusa perfecta.

Desde ese endurecimiento obligado, y sobre todo la última parte de diciembre, pasó largas horas dedicado al ajuste de partidas, obras y planes que tiene la Ciudad. Hasta que no haya un fallo del máximo Tribunal, sabe que contará con $ 65.000 millones menos en 2021. Entre otras cuestiones, negocia con el gremio de Camioneros y las empresas de basura para reducir la cantidad de días de limpieza.

No piensa en un cambio de gabinete aún pero admite que hicieron “un gran esfuerzo” sus ministros y que, quizás, haya recambios con las candidaturas.

Su imagen es la más alta de su historia. Todas las encuestas, las que maneja el área de Comunicación pero también las que le llegan del círculo rojo, lo colocan al tope de las preferencias a nivel país. Un sueño hecho realidad para Larreta. Pero también a destiempo: cree que lo ideal era que esos números aparezcan a fines de 2022 para ingresar en la elección presidencial de la mejor manera. El desafío es sostenerse.

El segundo desafío, que lo entusiasma y hasta lo energiza, es la unidad de la oposición. Repite que es la primera vez en muchos años de historia que un Gobierno peronista no logra romper un frente opositor. Se lo recordó la semana pasada Octavio “Pilo” Bordón, el ex embajador en EEUU y Chile. En 1995 la fórmula Bordón-Chacho Álvarez quedó lejos, en parte, porque Carlos Menem infló a Horacio Massacessi, el radical que quedó tercero. “No será un gran título para los diarios, pero la unidad de Juntos por el Cambio es un hecho inédito”, apunta.

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El 2021. Como nunca, decidió involucrarse en la “rosca”. Recibe y va a ver dirigentes políticos más que años anteriores, riega todas las plantas, como resume uno de sus colaboradores.

Piensa que la elección nacional de este año va a ser muy pareja. Aunque en materia electoral asegura que es “ciencia ficción” pensar ahora en candidaturas, se le dibuja una sonrisa cuando habla de los buenos números que tiene Fernán Quirós, el ministro de Salud. “No solo es un buen gestor sino que comunica bien”, lo ensalza. Cree que, si a mitad de año la pandemia es controlada, sería una excelente opción para la boleta. Otra opción es que Diego Santilli sea candidato. Larreta se resiste: “Es de mi confianza 100%, lo necesito acá (en Uspallata)”, confiesa. Destaca el doble rol de vocero y encargado de seguridad.

Para esa boleta porteña ya anotó a Patricia Bullrich, con quien almorzó hace un mes a solas. “Tengo buena onda con ella”, resume. Lograron armonizar sus diferencias políticas en el segundo semestre.

Con María Eugenia Vidal son un binomio, “lo mismo”, como lo define ante propios y extraños. Desayunaron juntos en Pizza Cero, sobre Libertador, el 24 a la mañana. La ve “enchufada” y hasta se sorprende porque pensó que en 2020 iba a ser un año sabático para la ex gobernadora. Aunque dice que respetará su decisión, la imagina como candidata en la Provincia. Es su mejor pieza en el ajedrez larretista camino al 2023.

También estuvo con Elisa Carrió: viajó 200 kilómetros junto a Santilli para participar del cumpleaños de “Lilita”. Fiel a su costumbre: llegó y se retiró temprano. La ve “moderada”, criticando a CFK pero intentando cuidar al Presidente. ¿Será candidata bonaerense? “Hay tiempo”, desliza el jefe de Gobierno.

Los radicales también lo ocupan. Mario Negri, Alfredo Cornejo y Luis Naidenoff están siempre rondando su agenda. La semana pasada el senador por La Rioja, Julio Martínez, pasó por Uspallata y le dejó tres vinos de su provincia de regalo.

El otro actor clave, con el que tuvo momentos de fuerte rispidez a mitad de año, es Mauricio Macri. Hoy están mejor: el jefe comunal afirma que el ex presidente apuesta “a la unidad” y, aunque admite que hubo tensión, basada en que Macri quería que Larreta se endurezca más rápido con el oficialismo, hoy se ven personalmente o por Zoom dos veces por semana. Acaso la mejor muestra de unidad para JxC sea que ellos sigan jugando juntos en política.