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1985

Moreno Ocampo, Gil Lavedra y Arslanian en la presentación de "Cuando el poder perdió el Juicio": "El miedo era el fracaso"

El fiscal adjunto y dos de los jueces que constituyeron el tribunal que condenó al terrorismo de Estado contaron a PERFIL qué significó para ellos ser parte del Juicio a las Juntas Militares.

Luis Moreno Ocampo Cuando el poder perdió el juicio 20220913
Cuando el poder perdió el juicio Luis Moreno Ocampo. | Marcelo Silvestro

Durante la presentación de la nueva edición del libro “Cuando el poder perdió el juicio” de Capital intelectual, el autor y fiscal adjunto en el Juicio a las Juntas Militares, Luis Moreno Ocampo, junto con Ricardo Gil Lavedra y Carlos Arslanian relataron cómo vivieron el proceso judicial que terminó con la primera condena al terrorismo de Estado en Argentina.

El temor que tenían los jueces era que los fiscales no encontremos pruebas y ellos no sabían lo que nosotros hacíamos. Un día llegamos a las 23:30 con un carro lleno de papeles y se relajaron”, contó Moreno Ocampo. Sin embargo, señaló que “los testigos fueron, le creyeron a Julio Strassera y contaron lo que había sucedido”.

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Luis Moreno Ocampo en la presentación de la nueva edición de su libro. Foto: Marcelo Silvestro.

En ese sentido, recordó al equipo de la Fiscalía del Juicio a las Juntas Militares, a quienes dedica el libro, y aseguró que, en ese momento, eran personas de entre 20 y 27 años. “Hoy no pueden creer cómo lo hicieron”, contó riendo.

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En un diálogo con PERFIL, Moreno Ocampo señaló: “Yo sabía que era un juicio clave y, cuando yo entré sabía que no podía fallar. Entonces, yo tenía 32 años y no era tonto y sabía que teníamos que hacerlo muy bien. Eso fue lo que hicimos”. “Fue un placer, el día de la acusación fue un placer hablar en nombre de la sociedad argentina cuando tenía a Videla a un metro mío”, recordó.

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Los jueces que condenaron a los dictadores

Moreno Ocampo, Arslanian y Gil Lavedra coincidieron en que el mayor temor al enfrentar este proceso judicial era “el fracaso”, “el no poder” y “el defraudar las expectativas”.

Arslanian, por su parte, mencionó la importancia del trabajo que realizó Raúl Alfonsín cuando inició el camino para condenar el terrorismo de Estado, en un momento en el que “nadie se moría por un juicio, se morían por conocer lo que había sucedido”, según explicó el antiguo magistrado.

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Carlos Arslanian en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional. Foto: Marcarlo Silvestro.

“Cuando nos sentamos con el tribunal constituido, nos mirábamos y nos preguntábamos entre nosotros: ´Pero esto ¿Va a ser así? ¿Va a haber un juicio?´”, relató. De igual forma, el ex juez manifestó a PERFIL que formar parte del tribunal significó: “Una gran responsabilidad, una honrosa distinción y un gran desafío, porque se jugaban tantas cosas que te ponía aprueba”.

En ese sentido, Gil Lavedra explicó que “el juicio tuvo características singulares”. De esta manera, aclaró que “fue un juicio oral y público cuando no había juicios orales y públicos cuando no había reglas adecuadas para eso”, por lo que destacó el rol de la Fiscalía, quien funcionó como acusatoria. “La preocupación que tuve siempre es que pudiéramos hacerlo, que llegáramos”, expresó. 

Para Gil Lavedra, formar parte del tribunal significó “un gran orgullo participar y ser actor de ese episodio que ha quedado incrustado dentro de la transición democrática argentina”, de acuerdo con sus declaraciones a PERFIL.

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Ricardo Gil Lavedra. Foto: Marcelo Silvestro.

El rol de la defensa de los militares

El exjuez Arslanian se refirió al trabajo de quienes tuvieron que representar a los acusados y consideró que era “un rol sacrificado”, ya que “no era algo fácil de defender”.

Así, sostuvo que la primera estrategia de la defensa de los militares fue “rupturista”, es decir que “intentaban cualquier cosa para que el juicio no se hiciese y fracasara”. En segundo lugar, explicó que “optaron por lo convencional de decir que los actos se realizaron para ejercer la legítima defensa de la ciudadanía de los actos terroristas que se estaban llevando a cargo”.

Por esto mismo, definió a la sentencia como “un acto judicialmente milagroso” tras un difícil proceso judicial que finalizó el 9 de diciembre de 1985 con la condena de nueve de los cinco acusados.

RdC / ED