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Sietecase: "Cristina es muy poco flexible y es un momento en el que hay que ser flexible"

El conductor participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación. El futuro del Gobierno y las internas del Frente de Todos. El narcotráfico como el problema de la democracia. Y la crisis que atraviesa el periodismo.

Reynaldo Sietecase
El conductor participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación. El futuro del Gobierno y las internas del Frente de Todos. El narcotráfico como el problema de la democracia. | Captura de pantalla

Reynaldo Sietecase participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación del Grupo Perfil y la Universidad del Salvador (USAL) en la que analizó los dos años que quedan del gobierno de Alberto Fernández y cómo ve la relación entre el Presidente y la vicepresidenta. “Alberto y Cristina tienen una responsabilidad similar porque más allá de las peleas, las idas y vueltas, se unieron para ganarle a Macri. Perfecto, pero tienen que gobernar cuatro años”, sostuvo

El poeta, narrador y periodista que estrenó el mes pasado Siglo XXI ATR, su nuevo programa en Telefé también se refirió a la difícil situación que atraviesa la prensa argentina en medio de la polarización. “Antes se buscaba la credibilidad, el rigor. En cambio ahora los discursos son cada vez más segmentados, más virulentos y parciales. La verdad no importa tanto a la hora de contentar a mi hinchada”, advirtió Sitecase en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación

—¿Qué significa para usted volver a hacer un nuevo formato de crónicas periodísticas, como se observa el nuevo programa Siglo XXI ATR? 

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Una grata sorpresa porque hace casi diez años que no hago un programa de televisión después de mi alejamiento un tanto traumático de Tres Poderes en América. Con ese levantamiento, había decidido no hacer más programas. Quería hacer un programa que yo mismo vería y se dio todo casi como el sueño del pibe, aunque en mi caso es el sueño de alguien que está casi cerrando una etapa. Decidimos hacer los últimos años del siglo veintiuno en Argentina. Tengo un muy buen equipo de producción que llevan los informes especiales del canal, gente muy talentosa. Participo mucho de los guiones, soy yo mismocronista, el que va al campo. Quería volver a hacer crónica, caminar por los barrios, tomar contacto con la realidad. Y por suerte, se pudo concretar. Hacer algo distinto, que era como se hacía hace veinte años.

—Como rosarino, ¿cuál es su análisis de la violenta realidad que atraviesa la ciudad?

El tema de la violencia me preocupa porque a Rosario se la presenta como una especie de Sinaloa, cosa que me parece una exageración. Si bien tiene un problema muy serio con el narcotráfico hace años y no resuelto por el socialismo que gobernó la ciudad durante mucho tiempo, de hecho, hubo un socialismo que tiene integrado un frente progresista y ahora la provincia está gobernada por el peronismo. Es un problema de mucha complejidad, uno de los problemas más grandes del socialismo. Tengo una mirada positiva del socialismo en la ciudad pero, creo que en esto ha fracasado. Hay disputas entre autoridades que manejan a la policía, se logró cortar los negocios del narcotráfico hacia la política pero no se cortó los negocios. Además de que Rosario tiene 14 aeropuertos privados sin gran control del Estado donde ingresa gran parte de la droga. Se paga esos circuitos criminales con drogas y eso hace que quede mucha droga para el narcomenudeo y en el medio hay una falla seria del control de la policía. El otro día Saín, ex ministro de seguridad de la provincia, dijo que la policía no ordenaba el negocio y es verdad porque en muchos lugares del conurbano bonaerense la policía ordena el negocio y lo controla, por eso no hay enfrentamientos. En Rosario eso está descontrolado y por eso tenes enfrentamientos por territorio de, por lo menos dos bandas, con participación de la policía. De todos modos, el problema no pasa por más o menos policía sino por una política de seguridad seria, vinculada a desmantelar a las bandas y los vínculos de estas con la policía, la política, la justicia. 

—¿Y qué piensa de la respuesta que ha dado hasta ahora la dirigencia política para solucionar el problema? 

—Me asombra que la dirigencia política no entienda que el mayor desafío de los próximos años de democracia es el narcotráfico. Como ocurre en otros países del continente como México, Colombia y Brasil donde el narcotráfico tiene una capacidad económica casi infinita. Entonces, si no se lo enfrenta con coherencia, con una política rigurosa, con consenso político también, nos vamos deslizando a situaciones que vemos en otros países como Río de Janeiro que tiene mil favelas y la mitad están controladas por el narcotráfico; 25% de los municipios de México están controlados por el narcotráfico. Es un problema que se nos va a venir encima y creo que, al pensar que sólo es un problema de Rosario se comete un error enorme porque es un problema del país. 

—¿Aníbal Fernández es el indicado para dar esta pelea? 

Aníbal Fernández es un representante cabal del peronismo tradicional, que ha demostrado que el Estado no ha sumado cosas virtuosas en cuanto a este tema. La democracia no ha tenido en los últimos años una política criminal coherente contra este fenómeno que avanza de manera inusitada. Tampoco lo quiero demonizar porque creo que le corresponde la misma responsabilidad que a sus antecesores. Creo que se viene haciendo poco y nada. No veo los resultados pero tampoco los vi, aunque tiene una mirada más ponderada a favor de las fuerzas de seguridad, con Patricia Bullrich. Es una de las cosas en las que Argentina debería poder consensuar. La inseguridad y la lucha contra el narcotráfico es algo pre-ideológico, es decir, qué diferencia puede tener un peronista, un radical, uno del PRO, o de derecha o de izquierda a la hora de enfrentar un poder que te condiciona. Debería haber acuerdos mínimos. Hay barrios donde no se puede salir a la calle de noche, hay complicidad policial en la venta del narcomenudeo con plata que va a la policía, plata que va a la política. Y, sin embargo, casi no hay causas. Me resisto un poco a pensar que el problema es Aníbal Fernández. Yo creo que el problema es la incapacidad que tiene la dirigencia política argentina para tomar en serio una amenaza o un enemigo como este, que es transversal.

Reynaldo Sietecase

—¿Cómo ve la relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner después de las elecciones noviembre, teniendo en cuenta los dos años que quedan del mandato? 

Es incierto. Yo suelo decir que soy de los periodistas que reivindica el "no sé", la frase menos usada en el periodismo argentino. La composición de la coalición es tan rara. Nunca se había dado que un presidente fuera nominado por su vice y que el vicepresidente tuviera un poder real mucho más importante en cuanto a caudal de votos. Y claro, en la victoria no pasa nada. Cuando ganas es fácil coordinar, el tema es en la derrota. A los cinco meses de haber asumido, yo dije que Alberto Fernández debería ser el presidente de la reducción de daños, donde se determine la menor cantidad de muertos por la pandemia, la menor cantidad de empresas cerradas, la menor cantidad de desempleo, de pobres. Ese sería el objetivo, no pensar más que en eso. Y creo que ahora deberían pensar en los dos años que quedan independientemente del resultado electoral de noviembre. Alberto y Cristina tienen una responsabilidad similar porque más allá de las peleas, las idas y vueltas, se unieron para ganarle a Macri. Perfecto, pero tienen que gobernar cuatro años. Los primeros dos tuvieron la pandemia que realmente es una distorsión sin precedentes, ni en la peor pesadilla Alberto Fernández pudo haber imaginado gobernar en pandemia pero le tocó. Y ahora hay que pensar cómo salimos de esto porque la situación es muy compleja. Yo espero que tengan responsabilidad. 

—¿Qué puede pasar en el futuro del Frente de todos? 

Primero te digo que no sé. Todo depende cómo sea el resultado probablemente y eso creo que es un problema. En el Gobierno están convencidos que van a cortar la distancia. A  mí me gustaría que se pongan de acuerdo, establezcan una política clara que estén dispuestos a acompañar todos en la coalición de gobierno porque hay una gran cantidad de problemas muy severos. Me parece que está bien imaginar escenarios pero lo más razonable sería ver qué se hace en la gestión independientemente del escenario de noviembre aunque sabemos que estamos con dos actores que - en especial Cristina Fernández - es muy complejo en cuanto a su mirada del país. Es una dirigente muy importante pero también cerrada. Cristina es muy poco flexible y es un momento de la Argentina en el que hay que ser flexible. Parecía que lo era, el gesto hacia Alberto Fernández candidato era un gesto de flexibilidad, que como jugada táctica fue genial. Pero que lo puso ahí para que hiciera las cosas que ella no podía hacer, porque en el fondo Alberto está ahí para acordar con el FMI, entenderse con el campo. Y, sin embargo, la crítica más fuerte ha sido ella y las complicaciones más grandes las tuvo desde adentro. 

—Tomando el encuentro entre Alberto Fernández con L-gante y la ascendente figura de Milei entre los jóvenes. ¿Qué pIensa de esta búsqueda de distintos espacios políticos por el voto joven?

Me parece que es una búsqueda que todos pretenden, el voto joven es muy importante. Yo relativizó un poco los gestos, no subestimo a los jóvenes en definitiva. Hay un lugar de la rebeldía del enojo con la política que está encarnando Milei, sobre todo en Capital Federal, que está funcionando y que da hasta para no ir a votar y esto también es preocupante porque es una forma de opinar también. A mi Milei no me genera ninguna confianza, más allá de las diferencias ideológicas que tengo, hay una especie de mirada anti política que funciona, como si Milei no fuese parte de la política. Hay un lugar ahí que en algún momento lo tomó Macri y también le sirvió, decían que venía de afuera pero llevaba veinte años gobernando la Ciudad. Hay una cosa que tiene que ver con el peronismo que en algún momento el kirchnerismo encarnó, sobre todo en vastos sectores de la juventud y es la idea de cambio. Me parece que hay una disociación muy grande entre lo que le pasa a la gente y lo que le están planteando como tema. El tema de la inseguridad, hay barrios que no se puede circular de noche, como Rosario. Después hay un rechazo a los planes, a los subsidios como salida. La mayoría quiere laburo, porque la única variante para salir de la marginalidad y la pobreza es el trabajo. Hay una suerte de agobio en muchos sectores que la pandemia profundizó y eso no es culpa de Fernández ni de nadie, pero me parece que la dirigencia política no está registrando eso. De pronto aparece alguien con un discurso, nada de enojo y creo que tiene una repercusión. Te podes sacar fotos con L-gante o con quien sea pero el tema es qué le estás ofreciendo. Hay miles y miles de chicos que no se pueden insertar en el mercado laboral, que no pueden terminar sus estudios en los barrios. En Argentina nacer en un barrio te determina si podes ir a la universidad o no. Es un país tan injusto y la dirigencia política ha perdido un poco el contacto con esa realidad.

—¿En qué observa más cambiós en el periodismo desde que comenzó su carrera?

Cambió mucho, en algunos aspectos para bien y en otros para mal. En estos últimos años estamos viviendo una crisis múltiple del periodismo. La inmediatez es algo positivo pero también la tecnología hace que la información sea menos rigurosa, se profundice cada vez menos, que los periodistas no vayan al lugar de los hechos. También hay una pauperización laboral muy grande, que hace que el periodista digital trabaje cada vez peor, se le pide que haga 7 o 10 notas en una tarde y termina copiando cosas, sin hacer entrevistas, sin consultar. Si a esto le sumas que en los últimos años los medios participan de la batalla política de una manera muy abierta, creo que ahí hay otro factor que distorsiona. Lo que antes se buscaba era la credibilidad, el rigor y que el que tenía la mejor información y fuentes era el que tenía el mejor producto y, por consiguiente, al que le iba mejor. Ahora se ha segmentado todo tanto que ya no es para captar la mayor cantidad de audiencia sino un pedacito y eso ha hecho que los discursos sean cada vez más segmentados, más virulentos, más parciales. La verdad no importa tanto porque a la hora de contentar a mi hinchada, no importa si mi información es buena. Importa que confirme los prejuicios de quien me ve y quien me escucha. Todos estos fenómenos que hacen que, para mí, el periodismo esté viviendo una crisis múltiple, aunque no terminal. 

—Agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas de Perfil Educación y le damos la posibilidad de cerrar el reportaje con un comentario que quiera realizar.   

Esta es una profesión complicada, pero, a su vez, hermosa porque se sigue aprendiendo siempre, completas tu educación en público, cada vez que haces una entrevista, que salís a la calle y conoces gente interesante. Es un camino que vale la pena recorrerlo, que no es sencillo pero está bueno saberlo también para tratar de insertarse donde uno pueda para empezar a laburar y que no se desanimen. Hay muchos espacios en la web, para hacer radio, para hacer podcast, para hacer un montón de cosas. Ese ejercicio después te permite ir con un background que ayude. Miren todo críticamente también, re-piensen todo, pongan en duda hasta lo que yo les dije. 

Por Dolores Pérez Müller, Deborah Pastrana y Santiago Rojas
Estudiantes de Periodismo de Perfil Educación
Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL