Tenía 6 años cuando una bomba cayó en su casa de Kabul, en Afganistán, mató a su hermano, desquició a su padre, postró a su madre en una silla de ruedas y, a ella, le deformó la cara.
Como los talibanes no permiten que los médicos atiendan a las mujeres, le costó muchos gritos de dolor conseguir finalmente atención hospitalaria. Seis meses de internación y 14 operaciones no lograron quitarle todas las cicatrices del rostro. Sin embargo, tuvo otras peores, que se ven menos y no se irán jamás.
Se llama Nadia Ghulam y, durante diez años, esa nena fingió ser Zelmai, el hermano ya muerto para salvar a su familia en medio de la guerra civil de Afganistán. Con los talibanes en el poder, una casa destruida y ningún hombre que saliera a trabajar, Nadia Ghulam se disfrazó de hombre para trabajar y sobrevivir en un país donde las mujeres no tienen siquiera el derecho de caminar solas por la calle, aunque estén literalmente tapadas desde la cabeza hasta los pies.
Nadia Ghulam, recordemos este nombre. Muy pronto volveremos a escuchar sobre ella porque tal vez esté llamada a ser la Malala Yousafzai de las mujeres afganas. También es escritora, como Malala, que aún siendo niña desafió al régimen pakistaní reclamando el derecho de las mujeres a estudiar. Pocos años más tarde, Malala sería la mujer más joven en haber sido distinguida con el Premio Nobel de la Paz.
Mujer entre los talibanes
“Decidí ponerme ropa de hombre por un día. Pensé que esto sería sólo por un día, mañana las cosas cambiarán. Volveré a ser Nadia y seguiré con mi vida. Durante 10 años tuve que vivir como un hombre, trabajar como un hombre... Perdí mi identidad. Perdí parte de mi infancia, toda mi adolescencia...", declaró en una entrevista concedida a Euronews.
Luego de fingir ser Zelmai durante una década, una ventana se abrió y Nadia Ghulam pudo irse de su país. La Asociación para los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA) le ofreció devolverle la identidad consiguiéndole padres adoptivos en Barcelona. “Mi padre y mi madre no pudieron venir… él sigue mal y mi madre, no puede caminar. Cuando les dije que tenía la posibilidad de sacarlos, mi madre dijo 'déjame porque no pueden hacerme nada'", recuerda hoy, sorprendida por su ingenuidad de entonces.
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Poco después, en 2010, el mundo conocería su primer novela autobiográfica, El secreto de mi turbante, escrita en colaboración con Agnès Rotger, ya traducida a seis idiomas y que pronto llegará a los cines. Luego publicó Cuentos que me curaron (2014), y La primera estrella del anochecer (2016). Mientras tanto, estudiaba catalán, informática, multiplicaba su participación en ONGs y daba charlas TED. Hoy Nadia Ghulam es una combatiente por los derechos de la mujer en Afganistán.
"Creo que los talibanes se han vuelto peores. Han aprendido a mentir. Antes eran tan ignorantes que todo lo que hacían, lo hacían en público, sin esconderse. Ahora mismo en Kabul están buscando familias, mujeres y personas que o bien trabajaban para el gobierno anterior o bien colaboraban con alguna organización internacional o con la prensa. Todas estas personas están desapareciendo una por una. Y siguen diciendo: 'no hemos hecho nada'. Porque han aprendido a mentir", sostiene Nadia.
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Mientras el mundo mira consternado las fotos que llegan desde Kabul, la escritora afgana le envió un tuit al Presidente español Pedro Sánchez. Le pidió que incluyera a seis miembros de su familia, todas mujeres, en la lista de evacuados que rescatarían de Afganistán. Y le dijo que sí. Aunque cueste creerlo, para Nadia Ghulam esta batalla recién ha comenzado.
"He podido salvar seis vidas y darles un futuro mejor porque estas niñas podrán estudiar, ir a la universidad y ser libres. Para mí, mi familia no es sólo la gente que viene... sino todas las mujeres de Afganistán. Y si ellas no están bien, yo no estaré bien. Ahora quiero luchar por sus vidas, por su libertad. No puedo quedarme callada. No puedo estar aquí y olvidar a esas otras mujeres porque me identifico con su dolor. Este dolor está en mí. En mis cicatrices físicas y psicológicas. Y esto no lo voy a olvidar".
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