El Banco Central Europeo volvió a subir las tasas de interés, por décima vez consecutiva, en un intento por controlar la inflación de la cada vez más débil economía de la eurozona.
En la decisión más equilibrada desde que comenzaron a aumentar los costos de endeudamiento el año pasado, los banqueros centrales elevaron la tasa de depósito en 25 puntos básicos a un récord del 4%.
Se trata de un nivel que los economistas consideran como el máximo probable del ciclo de ajuste monetario más intenso hasta la fecha en la región.
El Consejo de Gobierno en Fráncfort dijo que las tasas ahora han alcanzado un nivel que hará una “contribución sustancial” para controlar la inflación y dijo que mantendrá los costos de endeudamiento en “niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que sea necesario”.
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El resultado significa una mayor restricción en la eurozona para eliminar las persistentes presiones inflacionarias, lo que asesta otro golpe a la expansión, que ya languidecía.
También sugiere que hubo una solución de consensos entre los responsables de la política monetaria cuando aceptaron la necesidad de infligir un golpe adicional a la economía para controlar los precios al consumidor.
Los economistas e inversionistas no escatimaron esfuerzos por anticipar el resultado desde que el mes pasado la presidenta del BCE, Christine Lagarde, evitó dar abiertamente cualquier señal de sus intenciones para la decisión de tasas.
Las apuestas a favor de un alza fueron aumentando a medida que pasaban las semanas, alentadas en el camino por las advertencias del gobernador del banco central de Países Bajos, Klaas Knot, de que los mercados podrían estar subestimando la posibilidad de más alzas de tasas.
Las nuevas previsiones de los banqueros del BCE presentadas el jueves fueron consideradas una fuente clave de información para la decisión. Si bien muestran un crecimiento económico más débil para 2023 a 2025, también revelaron que la inflación se mantendrá por encima de la meta del 2% en 2025.
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Los banqueros del BCE últimamente han adoptado un mensaje de que el entorno restrictivo será prolongado y le han restado importancia a la perspectiva de que las tasas se reducirán en el corto plazo.
Cuando las autoridades monetarias aumentaron sus costos de endeudamiento en julio, dejaron deliberadamente abierto el camino para evaluar una serie de nuevos datos económicos durante el verano. La imagen desde entonces de una desaceleración del crecimiento en medio de persistentes presiones sobre los precios parece señalar la posibilidad de que se materialice una estanflación, que recuerda la maldición que infligió a las economías avanzadas durante los años setenta.
Traducido por Paulina Steffens.