Argentina está endureciendo las restricciones a las importaciones para proteger sus reservas precarias de dólares mientras trata de evitar una devaluación que traería aún más confusión a una economía que presenta una inflación del 71%.
Casi ninguna industria sale ilesa e incluso los importadores del café que se ha bebido durante generaciones en los famosos cafés de la capital están sintiendo los efectos. Los consumidores pueden ser los siguientes.
Martín Cabrales, vicepresidente de Cabrales S.A., uno de los principales proveedores de granos de café para las cafeterías argentinas dijo que estas restricciones significan que están operando con existencias mínimas y que es un momento difícil, pero que están trabajando con las autoridades de producción y del banco central para tratar de satisfacer la demanda.
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Los argentinos consumen 0,8 kilos de café al año en promedio, lejos de los volúmenes que se beben en partes de Europa, ya que existe la competencia del mate local, que se bebe con una calabaza y una bombilla de metal. Pero el café sigue siendo una de las grandes tradiciones urbanas argentinas, bebido en centenarios cafés y bares en Buenos Aires, a menudo con medialunas o, cada vez más, en lugares más de moda que adoptan la cultura cafetera global moderna.
Argentina importa todos sus granos, principalmente de Brasil. Dado que el peso ha perdido un 13% de su valor en los últimos tres meses —el peor desempeño entre las monedas de mercados emergentes— y que va rumbo a una depreciación del 26% este año, cada dólar en el banco central cuenta. Eso significa que el café, a pesar de ser un bien esencial, no se salva.
Las importaciones de granos de café ascendieron a US$75 millones hasta julio de este año, frente a los US$66 millones de todo 2021, según la agencia nacional de estadísticas. Los altos precios impulsados por el ajuste global de suministros no están ayudando a la ecuación.
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La escasez no se limita a las cafeterías. Café Martínez, una de las principales cadenas de tiendas de café de Argentina, está teniendo dificultades para garantizar suministros asequibles de granos envasados para los supermercados.
Cristian Lema, managing director de Café Martínez, advirtió que, si no obtienen todo el volumen necesario a un precio competitivo, tanto la disponibilidad como los precios se verán afectados.
En Tres, uno de los cafés de moda en el barrio de Colegiales de Buenos Aires, la propietaria Agustina Román ya redujo a la mitad las compras debido a que los proveedores entregan menos bolsas a causa de las restricciones. Román afirmó que el café se convertirá en un producto básico escaso y que por eso su precio será aún más especulativo.