Desde que comenzó el brote de coronavirus, el Reino Unido parece estar más unido que nunca en los últimos años. El estancamiento político sobre el brexit ha dado paso a la solidaridad contra un enemigo común e invisible. Pero bajo la superficie, las divisiones que definieron los últimos cuatro años persisten y pueden aumentar a medida que se acaba el período de transición de Gran Bretaña.
Incluso en medio del apoyo a la causa común, todavía hay grandes diferencias entre los partidarios de abandonar la Unión Europea y los que quieren quedarse en el bloque, por lo que las preguntas sobre si extender el período de transición actual del brexit más allá de este año son particularmente difíciles. Por ejemplo, si bien los índices de aprobación de Boris Johnson fueron del 72% en nuestra reciente encuesta Number Cruncher, ésta fue de 87% entre los partidarios de dejar el bloque y de 57% entre los partidarios de permanecer en él, y se observó el mismo patrón en otras preguntas.
Esta no es la polarización extrema que se ve en Estados Unidos, pero el efecto brexit sigue ahí. El hecho de que el público en general se incline fuertemente hacia un lado, no impide que haya una brecha de 30 puntos entre los dos bloques, incluso si la mayoría de ambos aprueba el desempeño del primer ministro. Dentro de los círculos políticos, las guerras culturales subyacentes a la división del brexit también se han desarrollado, particularmente entre las tramas secundarias del coronavirus, con campos de batalla que incluyen rescates universitarios, terminología aceptable y equilibrio de género en las conferencias de prensa del Gobierno.
La posición oficial del Gobierno es que el período de transición actual terminará este año y que las negociaciones sobre futuros acuerdos comerciales concluirán o, de lo contrario, Gran Bretaña regirá su actividades comerciales con la Unión Europea según los términos de la Organización Mundial del Comercio. El Reino Unido puede solicitar una extensión de hasta dos años (algo que incluso el Fondo Monetario Internacional dijo recientemente que sería una buena idea), pero debe hacerlo antes de julio. Si bien las complejidades de esas negociaciones, desde las cuotas de pesca hasta los acuerdos aduaneros y los temas de gobernanza, reciben una atención pública limitada por sí mismas, es probable que la perspectiva de estrés económico adicional, que podría evitarse mediante la extensión, cree divisiones a medida que nos aproximamos a la fecha límite.
A pesar de sus promesas de campaña, Johnson probablemente tiene el capital político para extender la salida si lo desea. Se encuentra en una posición históricamente fuerte en las encuestas, y fundamentalmente cuenta con la confianza de los partidarios del brexit de su propio partido de una manera que su predecesora, Theresa May, nunca lo hizo.
La opinión pública, como siempre, tiene múltiples aristas. Los partidarios de dejar la Unión Europea están divididos respecto de una extensión del período de transición. También se han formulado preguntas sobre la no participación del Reino Unido en los planes de adquisición de equipos de protección personal de la Unión Europea, mientras la escasez de insumos para el personal médico sigue siendo un problema importante.
Las propias luchas de Europa para encontrar una respuesta conjunta que no amplíe la división económica –y avive las tensiones políticas– entre los países del sur y del norte también pueden influir en el debate del Reino Unido sobre la extensión y su futura relación con sus vecinos.
En 2018, le pedimos a los británicos que imaginaran que era 2020 y que el brexit ya se había concretado. ¿Cómo, en esa situación, responderían a la pregunta de si el Reino Unido debiera unirse a la Unión Europea? Por un margen de 16 puntos, la opinión pública dijo que no debería. Dos años después, realizamos una encuesta de seguimiento a 1.010 adultos entre el 24 y el 26 de marzo y obtuvimos exactamente el mismo porcentaje. Un 47% de las personas con derecho a voto nos dijo que el Reino Unido no debería unirse. Pero ahora, un 38% piensa que Gran Bretaña debería unirse, en comparación con los 31 puntos de nuestra pregunta hipotética de 2018, mientras que los que no están seguros disminuyeron de 22% a 14%.
El cambio se observa, como era de esperar, entre quienes votaron en contra del brexit en el referéndum de 2016. Ahora 73% de los partidarios de permanecer en la Unión Europea respaldan su reincorporación, frente a 61% de hace dos años. En tanto, los partidarios de dejar el bloque siguen oponiéndose firmemente (86%, estadísticamente imperceptible frente a 84% registrado anteriormente).
Al mismo tiempo, más británicos están seguros de que salir del bloque fue lo correcto. Cuando se les preguntó si Gran Bretaña había hecho lo correcto o lo incorrecto al dejar la Unión Europea, “correcto” obtuvo un 48%, cinco puntos más en comparación con cuando hicimos la encuesta retrospectiva en 2018, mientras que “incorrecto” se situó en 40%, 7 puntos menos.
Parece, por lo tanto, que hubo una variación entre algunos de los que eran partidarios de permanecer en la Unión Europea en 2016, de no estar seguros a preferir volver a unirse. Pero también hay una sensación más amplia de que el brexit, ahora que sucedió, era lo correcto. Está por verse cómo evolucionará esa opinión a medida que se desarrollen los eventos. Pero ahora podemos decir que, al igual como las divisiones de Gran Bretaña no comenzaron con el brexit, tampoco han terminado con él.
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