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El capitalismo necesita reformas, no revoluciones

Las críticas a la economía moderna tienen algo de validez. Sin embargo, en el afán de atacarlo –o de aprovechar la repentina impopularidad del término–, los críticos no han hecho un buen trabajo para definir el capitalismo.

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Wall Street | Bloomberg

Cuando incluso líderes economistas están cuestionando la idea misma del capitalismo, se sabe que el sistema está en problemas. En un artículo reciente, el ganador del nobel de economía Angus Deaton reseña dos libros de otros distinguidos economistas: Raghuram Rajan y Paul Collier, quienes argumentan que el capitalismo tiene falencias desde sus bases. Rajan lamenta la pérdida de comunidades locales ante los gobiernos grandes y los mercados masivos, mientras que Collier discute la tendencia de la meritocracia de concentrar el talento y el dinero. Mientras tanto, la desigualdad en los ingresos y la riqueza es el foco de la muy conocida crítica al capitalismo del economista Thomas Piketty. Algunos críticos argumentan que el problema es el monopolio de poder; otros que el capitalismo es el culpable del cambio climático.

Estas críticas a la economía moderna tienen algo de validez. Sin embargo, en el afán de atacarlo –o de aprovechar la repentina impopularidad del término–, los críticos no han hecho un buen trabajo para definir el capitalismo. ¿Significa propiedad privada? ¿Propiedad privada de la industria? ¿Economías de mercado? ¿Mercados de bienes públicos y propiedad conjunta de acciones? A menudo, el término capitalismo parece funcionar para cualquier característica tipo mercado de las economías modernas que a alguien no le gusta.

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Por tanto, la pregunta verdaderamente importante no es si el capitalismo está dañado, sino qué deberíamos hacer para arreglar el sistema económico de Estados Unidos. Durante la mayor parte del siglo XX, la gran idea era construir un sistema alternativo –socialismo, comunismo o anarquismo– desde ceros. El enfoque, sin embargo, falló, por una amplia variedad de razones. Los sistemas económicos son constructos complejos que evolucionan con el tiempo; incluso un grupo de personas muy inteligentes cometería errores enormes si intenta diseñar algo completamente diferente. Además, la implementación del cambio social nunca es fácil; las revoluciones suelen ser violentas y caóticas, y quienes llegan al poder a menudo están más preocupados por preservar su dominio, no por el bienestar material de aquellos a quienes gobiernan.

En cambio, es extremadamente probable que el enfoque más exitoso sea modificar el sistema actual: reformar, en vez de revolucionar. Cualquiera que sea el resultado, será una economía mixta, donde los roles del gobierno y el sector privado se alteren de algún modo para atender los asuntos más urgentes.

En cuanto a las modificaciones, me inclino a creer que hay dos cambios fundamentales en los que debe concentrarse EE.UU. El primero es la sostenibilidad: ningún sistema, ni el capitalismo ni ningún otro, durará si el cambio climático deja el planeta inhabitable. El cambio a una economía baja en carbono requerirá un mayor esfuerzo, tanto del sector público como del privado.

El segundo cambio importante es hacer que los estadounidenses se sientan menos inseguros materialmente. En vez de mirar a las cifras económicas agregadas –el producto interno bruto o la porción de la riqueza mantenida por el 1 por ciento–, debemos mirar los determinantes básicos de la comodidad y la seguridad materiales.

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La siguiente gráfica muestra que algunas facturas grandes impactan fuertemente los presupuestos de los hogares estadounidenses. Aun cuando los precios al consumidor han crecido más despacio que los ingresos, los precios del cuidado de la salud, las matrículas y el cuidado infantil han crecido mucho más rápido:

El cuidado de la salud es por supuesto el mayor problema. Una factura médica grande es la forma más rápida de salir de la clase media, y estudios demuestran que los gastos de cuidado de la salud son la principal causa de bancarrota personal. Los grandes deducibles han pasado cada vez más los costos del cuidado de la salud de las aseguradoras a los pacientes mismos. Millones de estadounidenses permanecen sin seguro, y los esfuerzos de los republicanos por acabar con Obamacare podrían empeorar el problema. Mientras tanto, los costos del cuidado de la salud siguen creciendo y absorben una porción cada vez mayor de la economía estadounidense:

La manera obvia de resolver este problema es que EE.UU. haga lo que hacen todos los demás países desarrollados: que el gobierno ofrezca seguro de salud universal. Esto reducirá la mortificante incertidumbre para muchos estadounidenses, además de permitir controles estrictos y efectivos a los costos.

Lo segundo que necesitan los estadounidenses es educación más barata y cuidado infantil. Ahora que los ingresos dobles se han convertido en la norma, la mayoría de las familias con dos padres están expuestas a los desorbitados costos del cuidado infantil. Además, en un momento en que un título universitario es más crucial que nunca para la movilidad social, los costos de las matrículas en aumento se han convertido en una enorme barrera para la educación superior. Los servicios de cuidado infantil subsidiados, junto con créditos tributarios por los hijos, podrían ayudar a los padres a permanecer en el trabajo, mientras que hay muchas más medidas posibles para que la educación superior sea más asequible para los estadounidenses de ingresos medios y bajos.

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Finalmente, aunque no han subido tan rápido como los precios del cuidado de la salud o infantil, los costos de la vivienda han sobrepasado los ingresos desde la Gran Recesión. En algunas ciudades, el problema ya ha alcanzado niveles de crisis. Un plan de vivienda asequible para todo el país, como el que ofreció la senadora Elizabeth Warren, ayudaría a evitar que la crisis se vuelva nacional.

¿Una mayor sostenibilidad ambiental, junto a un cuidado de la salud, un cuidado infantil, matrículas y viviendas más baratos serían suficiente para que los estadounidenses sientan que el capitalismo –o la economía mixta, para ser más precisos– funciona nuevamente a su favor? Puede ser. Por otra parte, a diferencia de la abrumadora tarea de construir todo un nuevo sistema político y económico desde ceros, estos arreglos son viables y bien entendidos, en general. Antes de decidir que el capitalismo, lo que sea que signifique, debe ser desmantelado, intentemos arreglar los puntos dañados.