El descontrol climático está causando estragos en cultivos de todo el mundo, haciendo que sus precios se disparen.
En plantaciones de trigo de Estados Unidos y Rusia, una sequía está arruinando las cosechas. Los campos de soja de Brasil también están secos, ha habido poco más que una lluvia ocasional. En Vietnam, Malasia e Indonesia, el problema es exactamente lo contrario. Aguaceros torrenciales están provocando inundaciones en arrozales y campos de palmas aceiteras.
La repentina interrupción de suministro es un gran golpe para una economía global que ya lucha por recuperar su equilibrio después del impacto de los cierres por covid-19. A medida que se disparan los precios de todo, desde el azúcar hasta el aceite de cocina, millones de familias de clase trabajadora que ya se habían visto obligadas a reducir las compras de alimentos durante la pandemia se ven sumidas en una situación de mayor dificultad financiera.
Además, estos aumentos amenazan con impulsar índices de inflación más generales en algunos países y podrían dificultar que los bancos centrales sigan proporcionando estímulos monetarios para apuntalar el crecimiento.
El índice Bloomberg Agriculture Spot, un indicador de nueve precios de cultivos, ha subido 28% desde finales de abril a su nivel más alto en más de cuatro años. A principios de esta semana, el trigo estuvo en su punto más caro desde 2014.
“Los fundamentos han cambiado drásticamente desde mayo”, dijo Don Roose, presidente de la corredora U.S. Commodities en Iowa.
Las Naciones Unidas ya había advertido que en el peor de los casos una décima parte de la población mundial pasaría hambre este año. Las cosas podrían empeorar si los costos de los comestibles siguen aumentando y es aún menos asequible poder comer.
“El panorama es muy sombrío”, dijo David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, el grupo de lucha contra el hambre que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2020. La caída de las monedas en las naciones importadoras de alimentos, la amenaza de más cierres económicos y las luchas de los agricultores para expandir la producción podrían agravar el problema, dijo.
Las cadenas de suministro interrumpidas y una avalancha de compras ya elevaron los precios de los alimentos en muchos países a principios de este año, cuando los cierres por covid-19 detuvieron el comercio mundial. Pero incluso entonces, había un amplio colchón de reservas de cereales y se esperaba que las cosechas del hemisferio norte fueran abundantes. Luego vino la sequía.
Científicos del clima han advertido durante mucho tiempo que un aumento en los patrones climáticos extremos e impredecibles sería una amenaza creciente para la producción de cultivos y la seguridad alimentaria. Ahora, estamos ante lo que significa vivir en un mundo alterado por el clima con incendios forestales en el oeste de EE.UU., una temporada de huracanes cada vez más feroz y meteorólogos que dicen que 2020 podría ser el año más caluroso del mundo hasta ahora.
Antonio Carlos Simoneti, productor de naranjas de cuarta generación en Brasil, está viendo el cambio de primera mano. La sequía y el calor azotan sus tierras en el estado de Sao Paulo, la principal región del mundo para la producción de jugo de naranja, y el río que generalmente cruza por su propiedad ha desaparecido. Es la primera vez que sucede esto desde que su familia adquirió el terreno hace 36 años. Las naranjas en su arboleda de 500 hectáreas se están secando por dentro y cristalizándose, mientras los árboles chupan toda el agua de la fruta para tratar de sobrevivir a las condiciones de sequía.
Después de algunas ventas a principios de temporada, “no tengo más fruta para vender”, dijo Simoneti, quien espera que su cosecha caiga cerca de 50% este año debido al clima. “Lo que queda en los árboles está seco, sin agua adentro”.
Compra compulsiva
No solo el clima está provocando un aumento de los precios de los cultivos.
Compradores de productos agrícolas desde El Cairo hasta Islamabad han estado comprando de manera compulsiva mientras las naciones intentan protegerse de más interrupciones en las cadenas de suministro, como las que se vieron a principios de este año cuando alimentos quedaron varados en puertos por los cierres, provocando retrasos en la distribución y atascos en los almacenes.
Un real más débil está impulsando los precios aún más en la superpotencia agrícola de Brasil, donde la soja ha subido 81% y el maíz 56% este año, lo que también eleva los costos de la producción de pollo y cerdo. Como medida de emergencia, el Gobierno local eliminó temporalmente los aranceles de importación de soja, maíz, arroz y trigo para controlar la inflación de los alimentos.
Jordania ha acumulado reservas récord de trigo, mientras que Egipto, el principal comprador mundial del grano, dio el paso inusual de aprovechar los mercados internacionales durante su cosecha local y ha aumentado las compras en más de 50% desde abril. Taiwán dijo que aumentará las reservas estratégicas de alimentos y China ha estado comprando para alimentar a su creciente rebaño de cerdos.
El último aumento prolongado de los precios de los alimentos en 2011 contribuyó a los levantamientos de la Primavera Árabe. Dicho esto, falta mucho para que los precios lleguen a esos niveles. Además, una extraordinaria cosecha en Australia podría ayudar a llenar la brecha de oferta.
Ese crecimiento en la demanda ayuda a explicar por qué los precios suben a pesar de un inventario aún considerable. Se prevé que las reservas mundiales de trigo, por ejemplo, alcancen un nivel récord este año. Esos suministros podrían eventualmente ayudar a controlar la inflación de los alimentos si las preocupaciones sobre los problemas climáticos comienzan a disminuir.
La recuperación de los precios tras años de estancamiento ha sido una buena noticia para los agricultores de EE.UU., que han dependido más de la ayuda gubernamental para equilibrar la pérdida de ingresos debido a los aranceles y las guerras comerciales.
“Ver que la demanda de muchos productos básicos es tan fuerte en este momento es una buena señal”, dijo Kevin Ross, agricultor de Iowa y presidente de la Asociación nacional de cultivadores de maíz, que cultiva maíz y soja en el suroeste de Iowa, en una entrevista telefónica. “En este momento, las exportaciones son increíbles”.