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Brexit

Le economía real británica corre peligro con o sin brexit

La productividad nacional podría generar, en el mediano plazo, un efecto negativo en la economía, en el marco de una incertidumbre por el brexit.

Greggs, la cadena de panaderías del Reino Unido.
Greggs, la cadena de panaderías del Reino Unido. | Foodmanufacture.co.uk

En el implacable drama político del brexit, el cierre de una pequeña fábrica de cojinetes 152 kilómetros (95 millas) al oeste de Londres apenas se registró más allá de la comunidad local.

La pérdida de la planta de Stonehouse costará 185 empleos, apenas unos pocos de los millares que algunas compañías dicen que peligran a raíz del trastorno de salir de la Unión Europea. El anuncio de diciembre tampoco se vio acompañado por el revuelo político del tipo que rodeó la reciente decisión del fabricante de autos japonés Nissan Motor Co. de abandonar los planes de construir un modelo en el Reino Unido.

No obstante, al dar por finalizada la fabricación en la planta en 2021, el propietario sueco SKF AB puso en evidencia una peligrosa corriente subterránea en la economía británica que existe independientemente de lo que ocurra con el divorcio de la UE: la productividad nacional. Y la incertidumbre en torno del brexit ha generado cautela en las empresas a la hora de invertir en la automatización que podría contribuir a impulsarla.

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Políticos, ejecutivos y altos funcionarios del banco central son conscientes del problema desde hace tiempo, pero éste ahora se ha vuelto más urgente. Las empresas están buscando un futuro fuera del mercado común europeo mientras la primera ministra Teresa May intenta que el parlamento apruebe su brexit y enfrentan una alternativa difícil: modernizarse o morir.

Un kit de supervivencia para después del Brexit

No es que el país no se esté esforzando, sino más bien que no lo hace con suficiente inteligencia. En promedio, los trabajadores franceses trabajaron un 10 por ciento de horas menos en 2017, pero produjeron más.

Eso agrava una situación de por sí débil entre sus pares. De hecho, SKF dijo que cerrará Stonehouse y trasladará la producción a plantas en Italia y Francia, donde la compañía “puede aprovechar mejor maquinarias y tecnologías de fabricación más modernas”.

Datos recopilados por la Federación Internacional de Robótica, un grupo industrial que aboga por el despliegue de equipos de automatización para la industria manufacturera, demuestran que el Reino Unido está quedando rezagado. Conforme una medición llamada densidad robótica -la cantidad de máquinas automatizadas cada 10.000 empleados- el país se ubica en el puesto 22 a nivel mundial, en coincidencia exacta con el promedio. Alemania se ubica tercero, lo cual pone de relieve la magnitud del desafío que enfrentan las ambiciones de los defensores del brexit de mejorar la situación global del Reino Unido.

El perjuicio causado por ese déficit se ve en el registro de productividad del Reino Unido, dijo Ram Ramamoorthy, profesor adjunto en el Edinburgh Centre for Robotics.

“Si el Reino Unido quiere ser competitivo con sus pares que invierten en tecnología moderna, nosotros también debemos hacerlo”, dijo. “No estamos en un punto de no retorno, pero cambiar las cosas requeriría un esfuerzo sostenido y eso no sucederá de la noche a la mañana”.

Gran Bretaña es sede de parte del crecimiento más débil de la productividad por hora trabajada en el Grupo de Siete naciones. Entre 2010 y 2015, se mantuvo prácticamente plano en 0,2 por ciento anual, muy por debajo de su promedio prolongado de 2,4 por ciento desde 1970 hasta 2007 y por detrás del correspondiente a Francia y Alemania. Eso resulta particularmente problemático en tanto la firma consultora McKinsey estima que un 90 por ciento del crecimiento económico futuro tendrá que provenir de mejoras en la productividad solamente para mantener el ritmo de las tasas de crecimiento históricas.