El bombardeo de misiles del presidente Vladímir Putin contra docenas de objetivos civiles en Ucrania, incluida la infraestructura energética crítica, marcó una gran escalada en su intento por superar una serie de humillantes reveses.
Funcionarios rusos y aliados del Kremlin aplaudieron los ataques del lunes, al tiempo que Putin advirtió sobre la posibilidad de que ocurran más de ellos si Ucrania continúa con lo que llamó “actos terroristas” en territorio ruso. Por su parte, la Unión Europea denunció los ataques con misiles como “crímenes de guerra” y el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que estos reflejaban “un cambio profundo en la naturaleza” de la guerra.
El bombardeo mató al menos a 11 personas e hirió a otras 64, y dejó sin electricidad a las regiones de Leópolis, Poltava, Sumy, Járkov y Ternopil, lo que causó interrupciones en el suministro eléctrico en la capital Kiev y otras partes del país.
“A partir de hoy podemos decir que Putin ha sido persuadido para adoptar una posición más agresiva”, escribió Tatiana Stanovaya, fundadora de la consultora R. Politik. “Cuanto más avanza, peor se pone, no hay vuelta atrás”.
En las últimas semanas, Rusia sufrió las peores derrotas desde los primeros días de la invasión de casi ocho meses, cuando las fuerzas ucranianas recuperaron franjas de territorio ocupado en el este y el sur, lo que obligó a las tropas rusas a retirarse.
Ucrania sumó victorias a pesar de que el Kremlin anexó el mes pasado cuatro regiones que controla parcialmente tras celebrar unas elecciones condenadas como ilegales por las Naciones Unidas.
Un camión bomba estalló en un puente que une Rusia con Crimea en un atentado sin reivindicar
El Kremlin ha insinuado que podría usar armas nucleares en el conflicto, lo que generó críticas generalizadas de Estados Unidos y sus aliados, así como una advertencia del presidente estadounidense, Joe Biden, de que Putin podría causar un “Armagedón”. Sin embargo, las amenazas de Moscú no lograron socavar el apoyo occidental a Kiev, que prometió seguir luchando para expulsar a las fuerzas rusas de su territorio.
Dentro de Rusia, los reveses del campo de batalla desencadenaron una ola de recriminaciones, en tanto que un funcionario de ocupación respaldado por el Kremlin incluso sugirió que el Ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, debería pegarse un tiro.
La explosión del sábado en el puente a Crimea, que tuvo lugar el día después de que el líder ruso celebrara su 70 cumpleaños y por la que el Kremlin culpó a Ucrania, solo aumentó la sensación de impotencia.
Los ataques contra Ucrania de este lunes generaron esperanzas entre muchos que habían pedido un enfoque aún más agresivo para una guerra que ya ha matado a decenas de miles y desplazado a millones.
El líder checheno Ramzan Kadírov, un protegido de Putin que ha sido uno de los principales críticos de los jefes del Ejército, dijo después del ataque que estaba “100% feliz” con la campaña militar. “Advertimos a Zelenski que Rusia realmente no había comenzado, así que debe dejar de quejarse y correr antes de que llegue el próximo”, dijo Kadyrov en Telegram.
“El puente de Crimea desde el principio fue una línea roja que no tenía que cruzarse”, dijo Margarita Simonyan, editora en jefe de la estatal RT, en Twitter. “Ahí tienen la respuesta”.