Veinte años después de adquirir viñedos al pie de los Andes, el multimillonario suizo Donald Hess finalmente está generando beneficios en Argentina gracias, en gran parte, al drástico colapso del peso.
Hess compró Bodega Colomé en el pintoresco valle de Calchaqui, en junio de 2001, para producir vino a una altura de hasta 3.100 metros sobre el nivel del mar con el fin de diversificar su cartera más allá de los activos en Napa Valley. Durante años, la actividad orientada a las exportaciones registró pérdidas. Pero recientemente ha tenido mejor suerte, con el desplome del peso de un 78% desde que el presidente Mauricio Macri asumió el cargo en diciembre de 2015.
La devaluación ha significado un aumento en los ingresos de los vinos Malbec y Torrontés de Hess, que se envían principalmente a Estados Unidos y Europa. Grupo Colomé, que también vende una marca de vinos más barata llamada Amalaya, ahora está reinvirtiendo los beneficios y quiere impulsar la producción un 5% en el próximo año, según Matthieu Naef, que fue nombrado líder ejecutivo del grupo en abril.
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En una entrevista en Buenos Aires, este veterano de las industrias de la hospitalidad y la gastronomía nacido en México dijo que el tipo de cambio actual los tiene bastante tranquilos y que la devaluación les ha permitido contrarrestar el aumento de los costes.
Asimismo, los exportadores de vino de Argentina pronto podrían beneficiarse aún más de la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de aplicar aranceles a la industria vitivinícola francesa. Trump amenazó con aplicar aranceles de represalia a Francia en respuesta al impuesto de ese país sobre el servicio digital.
El inicio del auge del vino de Argentina se remonta a finales del siglo XIX, pero las exportaciones solo comenzaron a fluir de los productores vinícolas agrupados en la región occidental de Cuyo en la década de 1980. En la actualidad, hay 200.000 hectáreas de viñedos y el vino se ha convertido en sinónimo de Argentina, al igual que la carne o el fútbol.
La inflación de Argentina es del 56%. Los productores de vino también deben importar muchas piezas, desde corchos hasta etiquetas de papel. Puesto que el precio de esas importaciones está en dólares, los productores que dependen de las ventas nacionales y, por lo tanto, no tienen ingresos vinculados al dólar, tienen dificultades.
Por su parte, Grupo Colomé exportará aproximadamente el 65% de los 2,1 millones de botellas de vino que produjo en el año que finaliza en junio. Naef manifestó que si seguían exportando del 65% al 70%, todo iría bien. Si bien la flotación libre del peso con la gestión de Macri ha beneficiado a los exportadores de vino, una medida del año pasado para facilitar el cumplimiento de los objetivos fiscales gravando todas las exportaciones de Argentina tuvo el efecto contrario.
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Macri dice que eliminará el impuesto para finales del próximo año. Sin embargo, primero tiene que asegurarse un segundo mandato derrotando al líder de la oposición Alberto Fernández en las elecciones presidenciales del 27 de octubre. Macri cree en el crecimiento impulsado por las exportaciones. Fernández probablemente daría marcha atrás a las reformas orientadas al mercado de Macri.
Las exportaciones de Colomé y Amalaya se dirigen principalmente a Estados Unidos. Europa importa el resto, y Alemania y el Reino Unido son los principales compradores. Los vinos se elaboran mayormente con la conocida variedad argentina Malbec, un tinto rojo intenso, y el nativo Torrontés, un blanco aromático.
Naef dirigirá una estrategia de marketing para la marca Amalaya, en la que Grupo Colomé está experimentando un crecimiento impulsado por una generación más joven de bebedores de vino. Debido a que a esta generación le preocupa más la sostenibilidad ambiental, dijo Naef, el grupo quiere que los Malbecs de Amalaya reciban la certificación de vinos ecológicos para el próximo año. Ha habido un cambio de conciencia en el consumo de vino, manifestó.