En diálogo con Canal E, la especialista tributaria Fernanda Laiun analizó el impacto del nuevo contexto inflacionario en el impuesto a las ganancias y recomendó anticiparse al cierre fiscal para evitar sorpresas.
De impuesto licuado a presión fiscal concreta
Durante los últimos años, el impuesto a las ganancias se veía licuado por la inflación, explicó Laiun. “Yo pagaba en mayo por ingresos que tuve en enero del año anterior, entonces el impuesto llegaba devaluado”, afirmó. Esta situación, sin embargo, no aplicaba a los trabajadores en relación de dependencia, que “pagan mes a mes a través de la retención de su empleador”, y por lo tanto no se benefician de la inflación.
La situación cambiaria también jugó su papel: “Aún con ajuste por inflación, las diferencias de cambio terminaban licuando el impuesto”, agregó. Sin embargo, en el nuevo escenario de baja inflación y mayor estabilidad monetaria, las reglas cambian.
“Es como si pagáramos en moneda dura”, advirtió Laiun, ya que ahora el monto nominal del impuesto refleja un porcentaje real mucho más alto, incluso si se paga meses después del cierre del ejercicio.
La importancia de anticiparse al cierre fiscal
Frente a este nuevo panorama, Laiun fue clara: “Es fundamental ocuparse del impuesto a las ganancias antes de que cierre el año”. Para quienes tienen cierre contable en diciembre, este es el momento de hacer estimaciones y simulaciones fiscales.
“Al 16 de octubre, muchas empresas ya tienen un balance preliminar al 31 de agosto”, explicó. Eso permite proyectar el impuesto a pagar y evaluar qué acciones pueden tomarse para hacerlo más eficiente.
Laiun aclaró que no se trata de evadir, sino de optimizar dentro del marco legal: “Ver si se puede combinar con otros impuestos o hacer movimientos estratégicos que reduzcan el impacto final”.
En este sentido, una mala planificación puede llevar a pagar más de lo necesario, o incluso a decisiones erróneas sobre gastos y compras innecesarias. Laiun, también anticipó que muchos contribuyentes tienden a generar egresos artificiales o exagerados para evitar tributar el 35%, aun si eso les implica un costo impositivo del 21% en IVA, por ejemplo.
“El impacto del impuesto a las ganancias empieza a ser mucho más fuerte”, concluyó la tributarista, y dejó un mensaje claro: la planificación fiscal será clave en este nuevo escenario económico.